lunes, julio 7, 2025

Expediente 2015

La Casa Veracruz

Luis Velázquez

En Monterrey, el gobernador independiente, Jaime “El bronco” Rodríguez Calderón, clausuró la llamada Casa Nuevo León, la casa donde vivía el jefe del Poder Ejecutivo, porque significaba un gasto millonario.

En Zacatecas, cuando Ricardo Monreal fue gobernador, también cerró la Casa Zacatecas.

En Baja California, también fue desmantelado la Casa Baja California, conocida como “El camaleoncito”.

En Tabasco, la Quinta Grijalva, con todo y lujos, se conserva, desde, y por ejemplo, cuando Carlos Alberto Madrazo era el gobernador, y sus hijos recibían con entusiasmo los fines de semana a los hermanos Salinas de Gortari que llegaban desde la ciudad de México.

En el Distrito Federal, la Casita Blanca de “La gaviota” es tan famosa en el mundo que hasta un libro acaba de aparecer contando la reportera Carmen Aristégui y los suyos la historia de aquel reportaje que tanto estremeció al país y al extranjero y mereció el Premio Internacional de Periodismo Gabriel García Márquez.

La otra Casita Blanca, propiedad de Luis Videgaray Caso, secretario de Hacienda y Crédito Público, en Malinalco, el paraíso terrenal, también ha sido incluida en el anecdotario.

Por eso, ahora cuando las arcas de la secretaría de Finanzas y Planeación del gobierno de Veracruz están descarriladas y el duartismo ha debido dar las gracias a 2,173 “aviadores” de la secretaría de Educación, habría de preguntarse si una decisión revolucionaria del señor Javier Duarte sería cerrar la llamada Casa Veracruz.

Y más, porque su único objetivo es alojar ahí durante seis años al gobernador en turno cuando el hartazgo social en contra del PRI es apabullante.

Habría de recordar, por ejemplo, que cuando Agustín Acosta Lagunes fue el Jefe Máximo del Priismo se compró una casita en el fraccionamiento “Las ánimas” y ahí vivió durante los seis años del mandato.

Más, mucho más lujosa era la mansión que el subsecretario y secretario de Gobierno, Ignacio Rey Morales Lechuga, tenía enfrente del lago de “Las ánimas”.

LOS TIEMPOS HAN CAMBIADO

En el país corren vientos diferentes.

El hartazgo ciudadano en contra de los políticos y los partidos políticos alcanza dimensiones inverosímiles que algunos piensan que la frase catatónica de don Jesús Reyes Heroles de despertar al México bronco significa una posibilidad.

Incluso, desde hace ratito en el Congreso de la Unión palpita una iniciativa de ley para quitar la pensión millonaria que reciben los ex presidentes de la república, a excepción de Ernesto Zedillo y Carlos Salinas que renunciaron a ella.

En la pasarela legislativa también han sopesado quitar la llamada partida secreta millonaria a los presidentes de la república, cuyo destino nadie conoce, pues está exenta de la transparencia y la rendición de cuentas.

También hay legisladores federales y locales analizando un tope a las pensiones de los trabajadores, pero más aún de los políticos que en funciones suelen tramitar su jubilación con la más alta asignación mensual.

De igual manera se habla de prohibir la creación de fideicomisos y fundaciones por donde tanto dinero público suele irse por las cañerías, sin posibilidad legal de que sean revisadas.

Y más desde aquel desbarajuste de la Fundación México creada por la esposa de Vicente Fox Quesada, Martha Sahagún, la mujer que se soñara y mirara presidenta de la república.

Tal cual, las llamadas Casas de Gobierno, Casa Veracruz en Xalapa, también son ubicadas en el centro del huracán, pues durante seis años el gobernador en turno carga al erario todos los gastos familiares, desde alimentación hasta mantenimiento de la residencia, más el pago a la servidumbre.

“El bronco” de Nuevo León, por ejemplo, cerró la Casa de gobierno, y alquiló un departamento en el centro de la ciudad de Monterrey para estar cerca del palacio, pero más aún, para evitar el oneroso gasto.

Incluso, ha anunciado que el dinero mensual que se iba en la Casa Nuevo León será destinado para construir escuelas y dotar de uniformes a los estudiantes de primaria y secundaria en la precariedad.

HERENCIA FARAÓNICA

Las Casas de Gobierno significan una herencia faraónica e imperial del México del siglo pasado, tiempo del partido político único, cuando el presidente de la república era aclamado como un rey en cada informe de gobierno y en cada gira en el interior del país.

Claro, con Enrique Peña Nieto, su esposa, Angélica Rivera, tuvo un resbalón del tamaño del mundo y que de algún modo reproduce aquel México sórdido.

Y si de por medio existe una cosita llamada el Sistema Nacional Anticorrupción, caray, es dar atole con el dedo a la población electoral, y por tanto, cerrar la Casa Nuevo León sólo se trató de un hecho aislado.

Así, soñar con la posibilidad de que la Casa Veracruz sea convertida, digamos, en museo, y/o en todo vendida al mejor postor en estas horas de desorden administrativo y caos financiero, es tanto como pedir peras al olmo.

Una golondrina, como en el caso de “El bronco”, rara vez anuncia el verano.

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