lunes, mayo 6, 2024

Expediente 2015

Desánimo social

Luis Velázquez

Se vive y por desgracia en Veracruz el tiempo del desánimo social.

Cada vez la relación entre el duartismo y el ciudadano, el contribuyente, digamos, la sociedad civil, se ubica a ene número de años luz de distancia.

El góber y su gabinete van por un lado. El contribuyente, los casi 8 millones de habitantes del territorio jarocho, por otro.

Desde el poder público se habla del diálogo que en el terreno de los hechos es monólogo. El monólogo del garrote y el acoso y la intimidación, por ejemplo, las llamadas fotomultas.

El góber sólo habla con quienes lo aplauden, aun cuando hay muchos, como en Córdoba el último percance, en la inauguración de un juego deportivo, que lo abuchearon, como de igual manera lo satanizaron en el primer año en Xalapa en el Teatro del Estado.

Cinco años han transcurrido y en un mes se efectuará el penúltimo informe de gobierno, pero la terrible y espantosa desigualdad social, económica, educativa, de salud y de seguridad, y política por añadidura, se ha agigantado.

Lo peor: según el CONEVAL, Veracruz se ubica en el segundo lugar nacional de pobreza y pobreza extrema, luego del estado de México.

Tantito peor: de acuerdo con el CONEVAL, casi un millón y medio de habitantes sólo consumen una comida o dos, y mal comidas, al día.

Por eso el desánimo.

Pero también, un desánimo fortalecido a partir del lodazal con que han manoseado el recurso público estatal.

Pero de igual manera, el recurso federal que por ahí decenas, cientos de alcaldes y productores, vaya, hasta la Universidad Veracruzana, reclamando el pago de los fondos federales entregados en tiempo y forma a la Secretaría de Finanzas y Planeación.

Sin un vaso comunicante, sin un puente de diálogo, con la indolencia por delante, y también el desdén y el menosprecio, el desánimo ha crecido en la tierra fértil de la sociedad local.

PITORREAN DEL JEFE MÁXIMO

Cada vez disminuye, quizá ya en su totalidad, el respeto que el ciudadano ha de tener en el gobernante en turno.

Tan es así que hasta en las tardes pasteleras y de manualidad y de zumba, las señoras se pitorrean del Jefe Máximo del Priismo.

Se pitorrean de su vocecita tipo Francisco Franco.

De sus gestos y ademanes y musarañas en la cara.

De su peinado.

Del sobrepeso.

De sus ocurrencias.

Tantito peor: le inventan nuevos apodos.

Peor tantito: cada vez que el góber sale en televisión cambian de canal y al canal le ponen tache por el resto del día, quizá de la semana, y más cuando advierten que la televisora se le tira al piso con halagos, segura y consciente de la industria del ego, la egoteca, la egolatría.

Se insiste: el ciudadano ha perdido el respeto al Jefe Máximo, lo que fue inadmisible, por ejemplo, con Fernando Gutiérrez Barrios y Fernando López Arias, quienes con la sola mirada electrizaban a los interlocutores, y aun cuando en ambos casos infundían, digamos, hasta miedo, el respeto era invariable.

Y perdido el respeto, la sociedad en su conjunta cae atrapada y sin salida en la atonía.

Y en la languidez, porque mira alrededor y la calidad de vida cada vez se deteriora, y lo terrible, sin ninguna esperanza para que el estado de cosas pueda cambiar.

Y, bueno, si hay desempleo y salarios de hambre.

Y pésima calidad educativa.

Y espantosa calidad en materia de salud pública.

Y nula obra pública trascendente a nivel municipal y regional.

Lo peor de todo es la inseguridad. El miedo y el terror en el diario vivir. La zozobra y la incertidumbre de un robo en casa, un asalto en el comercio, un desaparecido más, un asesinado más, una fosa clandestina.

Y, por añadidura, la amiga entrañable de la inseguridad, que es la impunidad.

Tal cual, el ciudadano mira por todos lados y su única conclusión es que estamos jodidos.

Así, mejor rascarse por sí mismo para que en vez de que lloren en mi casa lloren en la de enfrente.

ENRIQUECERSE, ÚNICO OBJETIVO

Hay desánimo social porque está claro: la percepción ciudadana es que al duartismo como generación política en el poder sexenal le vale el bienestar social de los pobres y los jodidos, pues como dice Lula, los ricos… solos se cuidan.

Hay, pues, abulia social, porque los duartistas han sido indolentes, superfluos, vanos, menospreciativos, irónicos, sarcásticos y cínicos con su enriquecimiento inexplicable que por cierto tanto han denunciado los senadores Pepe Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa, y de paso, Elías Miguel Moreno Brizuela y Renato Tronco Gómez.

Ellos, los duartistas, llegan al poder para (y como dice Gerardo Buganza) ordeñar la vaca y meter la mano al cajón en todo lo que más se pueda.

Todo, además, se les resbala. Les vale. Son indiferentes, burlones con la pobreza y la miseria, una constante en la vida local, pues seis de cada diez habitantes de Veracruz son pobres dice CONEVAL.

Muchos de ellos llegaron a Veracruz y/o a la cresta del poder con una mano atrás y otra adelante, y ahora son dueños de mansiones, departamentos, edificios, terrenos, lotes, ranchos, ganado, yates, aviones y cuentas bancarias.

Por eso el desánimo, porque por añadidura también impunidad del ORFIS, Órgano de Simulación Fiscal, y la Comisión de Vigilancia de la LXIII Legislatura.

Lástima de la generación joven en el poder. El desencanto total. Pero se insiste, a ellos les vale. Llegaron para enriquecerse, su único objetivo.

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