domingo, mayo 19, 2024

Malecón del Paseo

  • Duarte se tragó a Héctor Yunes
  • Héctor ahora devora a Duarte
  • Ni Beltrones cicatrizaría heridas

Luis Velázquez

EMBARCADERO: De acuerdo con unos priistas, el fuego amigo entre Javier Duarte y Héctor Yunes se ha convertido, digamos, en algo personal.

Y, por tanto, ya nadie espera vuelta atrás, por más, incluso, que interviniera la mano santa de Manlio Fabio Beltrones, presidente del CEN del PRI.

Es más, ni siquiera, vaya, se haría el milagro si operara la reconciliación Alfredo del Mazo González, tío de Enrique Peña Nieto y jefe del grupo Atlacomulco, con quien Yunes Landa trabajó en el siglo pasado.

Desde el filme “La caña amarga de pescar”, el capítulo amical entre ambos se ha cerrado, y más porque ambos están cortados por el mismo cordón umbilical, y son igualitos de temperamentales y explosivos.

Y es que para el senador el regalo de la caña de pescar significó una ofensa, mejor dicho, una humillación, porque sucedió, primero, ante unos 20 mil campesinos y tricolores, y segundo porque se concitó en el día cuando Juan Carlos Molina Palacios, compadre de Héctor, fue ungido presidente de la Liga de Comunidades Agrarias.

Y más porque en la exhibida Héctor quedó sorprendido, atónito, pues nunca, jamás, esperaba una descortesía de tantas dimensiones polisémicas que llegaron, incluso, a su núcleo familiar, donde el góber de la Complutense acusó a los Yunes azules de igual, mejor dicho, peor corrupción que en el lado priista en el llamado sexenio próspero.

Incluso, la humillación salpicó hasta el rancho San Julián, de Perote, pues don José Yunes, el padre de Pepe, siempre le ha aconsejado que nunca, jamás, permita una bofetada a su dignidad a cambio de un cargo público.

Por eso, entre otras razones, el senador Héctor Yunes lo tiene claro: la relación con Duarte ya tronó y entró al terreno personal.

¡Oh, aquel año turbulento de 2010, cuando el góber fogoso y gozoso agarró de tontos a Héctor y Pepe Yunes y, de paso, al padre de Yunes Zorrilla!

ROMPEOLAS: La guerra personal de Héctor y Duarte ha llegado a lo siguiente:

Héctor ha seguido rafagueando al duartismo desde la rueda de prensa y los comunicados, que se entiende son escritos por su equipo de prensa y revisados con lupa por el mismo senador.

Héctor fue a la Auditoría Superior de la Federación, según él mismo lo anunciara, para solicitar cuentas del avance de la denuncia penal en la Procuraduría General de la República en contra de 19 duartistas que habrían metido la mano a los recursos federales asignados para la educación, la salud y la infraestructura en Veracruz.

Héctor ha informado a su amigo y Jefe Máximo del Priismo nacional, Manlio Fabio Beltrones, del estado de cosas con Duarte, y dada la antigua relación amical entre ambos, ni modo que Beltrones le crea a Duarte.

Por el contrario, está a morir con Héctor aun cuando, al mismo tiempo, desde el día de “La caña amarga de pescar” ninguna declaración ha emitido, esperando, quizá, que la temperatura enfríe y, al mismo tiempo, midiendo la temperatura política en Los Pinos.

Héctor ha solicitado la rendición de cuentas sobre “los aviadores” en el gobierno de Veracruz, uno de los cuales, aseguró, cobra medio millón de pesos mensuales y que está entre José Murat Casab, Enrique Jackson Ramírez y Antonio “Tony” Macías, el suegro incómodo más famoso del territorio jarocho, mientras los proveedores y prestadores de servicio, incluso, la Universidad Veracruzana, extienden la mano para abonitos sobre la megadeuda de la SEFIPLAN con todos ellos.

Es decir, y entre otras acciones, Héctor sólo interpreta el sentir popular, esperando, incluso, seguir el ejemplo de su amigo Jaime “El bronco” Rodríguez, quien luego de 33 años de militancia priistas desertó del partido oficial y ahora ganó la elección de gobernador como candidato independiente.

Y más porque al momento ya lleva tres, cuatro reuniones de largo alcance, sin duda atrás de la candidatura ciudadana.

“El bronco”, pues, necesita llenar el país de candidatos broncos de cara a la candidatura presidencial del año 2018.

Entre más “Broncos” en los mandos estatales y municipales más posibilidad para que la sucesión en Los Pinos alcance dimensiones insospechadas.

ASTILLEROS: El año 2015 está terminando con los mismos vientos turbulentos entre Héctor y Duarte que la mayor parte del año 2010.

Una vez más la historia personal entre ambos ha alcanzado niveles insospechados como entonces.

Nadie pensaría, por ejemplo, que en el par se estuviera reproduciendo el síndrome de Estocolmo; pero modificado y pulido, cuando uno termina subyugado del otro y/o en todo, y dado el principio químico de los polos opuestos, los dos atrayéndose, haciendo clip, buen karma, buen fario.

Y más si se considera que todas las reconciliaciones son frenéticas.

Tal posibilidad ha quedado fuera porque la humillación de Duarte a Héctor ante 20 mil personas en el WTC de Boca del Río se salió del control, donde las neuronas fueron archivadas; todo regido por los astros cruzados del hígado, el rencor, la venganza y la perversidad.

Los años felices, como las golondrinas de Adolfo Bécquer, en ningún momento volverán y para la historia sólo quedará aquel cafecito de Beltrones y Héctor con Duarte en su departamento en Boca del Río, de cara al Golfo de México, los tres posando felices, en la víspera de que Beltrones fuera ungido presidente del CEN del PRI.

La política, decía Juan Maldonado Pereda, QEPD, es un tragadero de hombres.

Duarte se tragó a Héctor; pero Héctor se lo está devorando.

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