jueves, mayo 15, 2025

Barandal

  •  El secuestro del duartista
  • Malandros se imponen
  • ¿Por qué Tavo Sousa?

Luis Velázquez

PASAMANOS: Varios días de secuestrado, el titular del Fideicomiso del 2% a la nómina, Gustavo Sousa Escamilla, el más fidelista de todos y el más ninguneado, regresó a casa.

Ganó una batalla más, ahora, digamos, ante los malandros, pues antes derrotó al cáncer, de igual modo como también alardea de su derrota ante el mal el candidato independiente del señor Javier Duarte, Gerardo Buganza Salmerón.

El Jefe Máximo del Priismo anunció que Sousa estaba en casa, sano y salvo.

Pero, bueno, su plagio corresponde a un secuestro político.

Fue raptado un funcionario del Gobierno de Veracruz, más allá de que sea secretario, subsecretario, director, jefe, y/o titular de un Fideicomiso, directora de Espacios Educativos, delegada federal de Profeco, etcétera.

Es decir, fue secuestrado un miembro de la elite duartista en el poder, muchos de los cuales, entre ellos Sousa, provienen desde el fidelato, con lo que se integra lo que el politólogo Carlos Ernesto Ronzón Verónica ha llamada “la Decena Trágica en Veracruz”.

Y por tanto, como los carteles y/o cartelitos y/o delincuentes comunes, léase ladrones de Frutsis, se ignora si en alianza con los policías, estarían atrás del plagio del político duartista, entonces, cada contribuyente, cada ciudadano con credencia de elector para votar, cada uno de los casi 8 millones de habitantes de Veracruz merecen una explicación oficial.

En Twitter, que tanto aman en palacio, anunciando que Sousa estaba en casa resulta insuficiente como también el tuit de Sousa dando las gracias.

Y más porque, de entrada, los malandros se han ido a la yugular y el corazón duartista.

Se llevaron a uno de los suyos.

Claro, en el mundo de la especulación, el deporte favorito en la tierra jarocha, y también en el Polo Norte, hay quienes, osados y temerarios, afirman que fue un secuestro desde palacio, digamos, como aquel famoso robo a la residencia de la señora María Georgina Domínguez en Coatepec cuando un carro de carga tumbara la barda de su casa para llevarse las cajas de seguridad.

BALAUSTRADAS: Antes, los malosos se llevaron a uno de los asesores del subsecretario de Gobierno, el maestro Enrique Ampudia Mello, Antonio Pérez Fraga, ex diputado federal.

Lo levantaron hacia las 2 de la mañana, afuera del restaurante “El anzuelo”, en Boca del Río, acompañado de su esposa y se llevaron a los dos.

Entonces, Ampudia, quien también es su compadre, profundo conocedor del sórdido mundo, llevó la negociación… hasta su rescate.

Después, Pérez Fraga se retiró del escenario público, yéndose de vacaciones con la familia.

Y, desde entonces, y no obstante que suele escribir una columna, nunca, jamás, se ha referido al tema.

Dejó, pues, en el archivo del olvido un tema escabroso, pero al mismo tiempo, como el caso de Gustavo Sousa, ha de ventilarse, pues se trata de un miembro más de la elite priista en el poder sexenal.

Y más en un periodo constitucional, el duartismo, donde hay 1,200 personas secuestradas, 144 de las cuales son menores de edad.

Más los cientos de personas secuestradas, desaparecidas, asesinadas y sepultadas en fosas clandestinas.

Más los 18 reporteros y fotógrafos asesinados.

Más los veinte abogados ejecutados.

Más los veinte activistas sociales asesinados.

Y por eso mismo, cuando los carteles y/o cartelitos y/o narcopolicías, y/o policías a secas, se llevan a un político más, entonces, significa que el llamado Estado de Derecho ha sido vulnerado por completo en Veracruz, digamos, por el Estado Policiaco y/o el Narco/Estado.

Y si por añadidura hay silencio oficial, porque les vale y/o todo se les resbala, y/o porque son indolentes y hasta menospreciativos, entonces, la vida democrática, la transparencia y la rendición de cuentas, son mancilladas.

ESCALERAS: Gustavo Sousa fue secretario de Turismo con Fidel Herrera, quien nunca, jamás, le abrió la posibilidad de su legítimo sueño de la presidencia municipal.

Primero, porque se le atravesó el doctor Jon Rementería, de quien el fogoso, dijo, quería deshacerse.

Y luego, porque se atravesó Carolina Gudiño, y como dice el viejo del pueblo, “jalan más unas tetas”.

El señor Javier Duarte lo ungió director del Fideicomiso a la Nómina, además de que también es el notario público número uno en el puerto jarocho, título que heredara de quien lo fuera, el ex alcalde jarocho, Francisco Ramírez Govea.

En cada carnaval solía desfilar en un carro alegórico tocando la guitarra en su conjunto musical, que cada fin de semana solía presentarse en un restaurant boqueño.

Es decir, es un hombre público, que perteneciera en el siglo pasado al mundo de los playboys jarochos.

Es un abogado decente, decentísimo en el trato, cuyo secuestro dañó las entrañas del poder, porque quedó mostrado que el poder político es frágil en Veracruz, por más y por ejemplo, que todas las mañanas el Fiscal Luis Ángel Bravo Contreras haga ejercicio alrededor del lago del fraccionamiento Las ánimas, con diez guaruras adelante y diez atrás… por si las dudas, los carteles se le escapan de control al secretario de Seguridad Pública.

Tal cual, la población electoral que vota en Veracruz y el contribuyente necesitan una explicación del secuestro de Sousa Escamilla.

Callar significa que los narcos mandan…a menos, claro, que desde el poder sexenal inventen la venganza de una pasión desaforada.

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