domingo, septiembre 29, 2024

Expediente 2015

Saña policiaca

Luis Velázquez

Está claro que la política de comunicación social del gobierno de Veracruz con los medios, digamos, puntuales a la hora de contar la historia de cada día es de confrontación.

Y salvo excepciones, el aparato gubernamental está creado para el choque abierto y frontal.

Por encima de la Constitución Política local y de los Estados Unidos Mexicanos.

Por ejemplo, además del crimen de los 18 reporteros y fotógrafos, entre ellos, tres desaparecidos que por tantos años ausentes se percibe lo peor, la más ponzoñosa actitud ha derivado de la secretaría de Seguridad Pública, con el general de West Point, Arturo Bermúdez Zurita.

Por ejemplo: el sábado 19 de septiembre, unos policías, disfrazados de civiles, con radio y pistolas, acosaron y agredieron a varios fotógrafos de Xalapa cuando cubrían la protesta del Movimiento Magisterial Popular Veracruzano.

Tal cual, envalentonados en su jefe superior, hasta exigieron los nombres de cada reportero y fotógrafos y el medio al que representaban.

Peor tantito: un elemento policiaco acosó a una reportera intentado tocarla. (La Jornada Veracruz, Jair García, domingo 20 de septiembre, 2015).

Es más, y ante el legítimo clamor del respeto al trabajo profesional, burlones, despreciativas, menospreciativos, socarrones, los policías se escudaron en dos palabras, a saber: “Tenemos órdenes”.

Se ensañaron, pues, los agentes civiles contra los trabajadores de las imágenes públicas.

Una más del general, diría Narciso Busquets en la película “El gallo de oro”, filmado con Ignacio López Tarso y Lucha Villa.

Lo más desalentador del asunto es que del 19 de septiembre al momento, 8 días después, ni una disculpa, lo que resulta lógico en un general que ha soñado criminalizar la protesta pública condenando a 5 años de cárcel a quienes bloqueen las vías de comunicación.

Y más en un general que recibiera un extrañamiento de la Comisión Nacional de Derechos Humanos por la desaparición forzada de Gibrán, el cantante de “La Voz México” de Televisa.

Y más porque en la Comisión Estatal de Derechos Humanos, la policía mantiene el primer lugar en abusos y excesos del poder.

Y más en un general que tiene a su servicio, mínimo, a un trío de diputados locales, a saber, Juan René Chiunti, José Ramón Gutiérrez y Adolfo Jesús Ramírez Arana, famoso porque heredara a su esposa la presidencia municipal de Paso de Ovejas.

Y más cuando el gobernador reformó la Constitución Política local para otorgar una fuerza cósmica al general, manejando las dependencias más jugosas en el billete, como son Seguridad Pública, que ya tenía, los penales y la dirección de Tránsito.

Y más cuando la ineficacia de la política de seguridad, según la procuraduría General de Justicia de la nación, PGR, y la DEA, agencia antinarcóticos de Estados Unidos, en Veracruz operan los carteles Jalisco Nueva Generación, del Golfo y los Zetas.

En medio de tal realidad la política de comunicación social del duartismo opera a la defensiva y a la contraofensiva para lograr ciudadanos callados y miedosos, sin que se atrevan a ejercer su libertad, porque saben que hay policías disfrazados de civiles, dispuestos a todo.

CONTAR HISTORIA, MÁS PELIGROSO QUE UNA R-15

Mientras tanto, Veracruz continúa sangrando.

El secuestro de Gustavo Sousa Escamilla, titular del Fideicomiso del 2 por ciento a la nómina.

El secuestro y asesinato, dos meses después, del exalcalde de Jáltipan, Aristeo Hernández Facundo, de 65 años, cuyo cadáver fue encontrado en una fosa clandestina.

El asesinato en Pueblo Viejo, en el norte de Veracruz, del padre e hijo empresarios de Tampico, que salieron de su casa y cuyos cadáveres aparecieron tirados en territorio jarocho.

Etecé.

La impunidad como compañera aliada y cómplice de la inseguridad en un Veracruz donde la policía se ha especializado en las agresiones a los reporteros, fotógrafos y camarógrafos, porque el trabajo periodístico, que es contar historias, se ha vuelto más peligroso que un R-15.

PERMISO PARA EL ATROPELLO

En el fondo subyace la otra realidad, como es un Estado represivo, mejor dicho, un gabinete policiaco y de seguridad del duartismo represor.

Curioso y sintomático: mientras Bermúdez otorga permiso a sus policías para sembrar el miedo, la incertidumbre y la zozobra, hasta llegar, de ser necesario, a la madriza como sucediera con el fotógrafo de AVC, hay secretarios del gabinete que buscan la relación institucional con los medios, a partir del respeto mutuo y el diálogo para fortalecer, digamos con optimismo, la vida democrática.

Obvio, si Bermúdez actúa así es que tendrá permiso superior para operar, convencido de que constituye el único camino para garantizar el mundo feliz del duartismo cuando faltan 14 meses para el fin del periodo constitucional.

Mal.

Mal, porque ningún daño le causan unos fotógrafos tomando las gráficas de una marcha cuando de por medio existe una sociedad contestataria.

Mal, porque el único deterioro a la imagen pública es para el gobernador, cuyo nombre anda en la prensa nacional e internacional.

Mal, porque Veracruz está registrado en los 5 continentes como uno de los peores rincones del mundo para el ejercicio periodístico.

Por eso si hay marchas y los reporteros cumplen con su tarea, ningún daño se causa contar a los lectores la realidad vivida.

Pero cuando el llamado Estado de Derecho se transgrede a sí mismo, sin mirar la Constitución, el mundo se vuelve difícil para vivir.

Ningún jarocho nació para la esclavitud ni tampoco para la humillación, ni menos para la sumisión.

Pero además, ninguna frivolidad política originará que los medios olviden los asuntos serios de un Veracruz desgarrado por la violencia.

Y si desde el poder creen, perciben, sienten, están seguros que sembrando el desaliento en el alma reporteril los harán desistir, habría de acordarse aquella anécdota de una campesina de la sierra de Papantla diciendo que muchos seres humanos son como las mulas, que cuando se enmulan, se detienen, se estiran y tiran la carga y ninguna voluntad las mueve.

Y es que entre más acosen los policías disfrazados de civiles a los medios más les enseñan a luchar con mejor estrategia.

Lo decía una frase en la Universidad de Nanterre, en el movimiento estudiantil del 68 en París:

“Entre más hago la revolución más ganas tengo de hacer el amor y mientras más hago el amor más ganas tengo de hacer la revolución”.

Y más, cuando la mayoría de fotógrafos de los medios en Xalapa son menores de 30 años de edad, llenos ideas y de ideales, de sueños y utopías.

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