sábado, septiembre 28, 2024

Escenarios

  • Políticos perrunos
  • Amores perros
  • El perro y el hueso

Luis Velázquez

1

Si Plutarco Elías Calles fuera el presidente de la república y Fidel Herrera y Javier Duarte los gobernadores, entonces, y a tono con la época revolucionaria, desde hace ratito, Miguel Ángel Yunes Linares estuviera muerto.

Y/o al revés, si Elías Calles fuera presidente y Patricio Chirinos y Yunes Linares gobernadores, entonces, desde hace tiempecito el góber fogoso habría sido asesinado, como se estilaba en el México de 1925 pa’lante.

Pero como regresar el tiempo resulta tarea inverosímil, entonces el tiroteo se vuelve cien por ciento verbal, donde una figura literaria preferida es el perro.

Así, de un perro feroz, un doberman, que era Yunes en el Fidelato, ha mudado en un perrito chihuahueño ahora con Duarte.

En tanto, Yunes dice que le encantan los perros y tiene un parcito, de igual manera que el góber tiene hasta seis perritos.

La circunstancia sirve para que el politólogo Carlos Ronzón Verónica recuerde que en la vida pública hay políticos perrunos, un derivado de la película de Alejandro González Iñárritu Amores perros.

Y, por tanto, coteja la actitud de un político con la de un perro, siempre asociada al hueso, lo que en la administración pública significaría el hueso político.

2

Ronzón describe el siguiente paralelismo entre los políticos y los perros.

Cuando el perro no tiene hueso que chupar y morder permanece tirado a los pies del amo, moviendo la cola, avisando que apuesta a la esperanza.

Cuando el perro tiene el hueso en la boca le sale la codicia y la egolatría de cuidar su hueso a costa de su vida, pues incluso, hasta desconoce al amo.

Pero también le sale la gula, porque el hueso jamás se comparte con nadie, así sea la perrita calenturienta que pase enfrente.

Y si alguien pretende quitarle el hueso, entonces, se llena de furia y de rabia ¡y que Dios nos agarre confesados!

Incluso, muchos perros se trenzan a muerte por el hueso, y aun cuando a diferencia de los políticos en ningún momento intrigan, calumnian y/o difaman, pelean el hueso como perros callejeros.

Más, tratándose de un pedazo de carne, pues en automático el hueso se olvida.

El perro gusta de disfrutar y morder el hueso solito, sin testigos. Por eso, hasta lo esconde, pues se vuelve egoísta. El hueso es lo máximo en la vida de un perro, como también de un político.

El perro puede estar seguro de que el hueso es suyo y le pertenece; pero, aun así está a la defensiva, temeroso de que alguien por ahí, otro perro, le brinque y le quite el hueso.

Si por ejemplo, cuando el perro saborea el hueso, y de pronto, pasa una perrita en celo, y olfatea su estado de ánimo sexual, de inmediato esconde el hueso y la sigue, y luego del festín carnal, regresa a desenterrar el hueso para seguir en su otro festín, considerando, como decía Pericles Namorado Urrutia, QEPD, que si el festín ha de ser de carne y de hueso y de alcohol… que sea en abundancia.

Una vez que se acaba el hueso, el perro vuelve al amo, al jefe y otra vez se le tira al piso a mover la cola, satisfecho y contento con la orgía del hueso.

Si Javier Duarte tiene perros y Yunes Linares también, la analogía perro/políticos y hueso la conocerán a plenitud.

Diríase que en Veracruz se viven hoy, como en el fidelato, amores perros.

Y es que el ranchero dice que la historia se repite, unas veces, como tragedia, y otras como caricatura.

3

Unos perros andan solos en la vida; otros en manada y unos pocos, como los políticos, llegan a jefes.

Los políticos, por ejemplo, dice el politólogo, tienen una corte, integrada por la más exótica fauna, entre ellos, bufones, trapecistas, cortesanas, lambiscones, aplaudidores, magos, brujas y santeros.

También, y en el lenguaje prosaico del dentista Ramón Ferrari Pardiño (que así se lo contaba a Miguel Alemán Velasco) sus cho/gu/ma, que significa choferes, guaruras y mayates, y si son políticos universales, los cho/gu/ma/sa, que son choferes, guaruras, mayates y sanchos.

Y, bueno, los perros, cuando son el jefe de la banda perruna, también suelen tener su primero, segundo y tercer círculo del poder, de igual manera como su pléyade de perritas.

Claro, un perro también suele caer en la tentación homosexual, aunque se queden prendidos, como los perritos rancheros, de la cola.

4

En 1519, cuando el sifilítico Hernán Cortés llegó a Tenochtitlán descubrió unos perrillos que servían de alimento humano y se los comió rodeado de La Malinche y las 20 doncellas que le enviaron de tributo los reyes aztecas.

Diego Rivera y Frida Kahlo volvieron a los perritos sus mascotas, y luego derivaron en culto de inspiración pictórica.

Un día, el mundo descubrió que los perritos eran perros de compañía y guardianes del hogar como, por ejemplo, aconsejó el general de West Point, condecorado por la Interpol, Arturo Bermúdez Zurita, para evitar el robo a las casas habitación y los negocios.

Ahora, y luego de los “Amores Perros” de Iñárritu, en Veracruz, hay una fiebre perruna, con políticos perrunos disputando el hueso político de la gubernatura.

Tal es el tamaño del debate político, con visión de Estado, en la tierra jarocha de Jesús Reyes Heroles; pero también, de César “El tlacuache” (que antes era perro) Garizurieta.

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