viernes, noviembre 15, 2024

Línea Caliente

Tiempos de reconciliación

Por Edgar Hernández*

De siempre se ha sabido que todo gobernante es un dador, el benefactor de su pueblo, el líder y guía.

Es lo mejor que tiene toda sociedad organizada. Es a quien jamás podrá ubicarse en la confronta o pelea de callejón. Tampoco en las verdades a medias o compra de pleitos ajenos.

Por decir lo menos y en aras de ponerse del lado de la institución que encabeza el señor Javier Duarte, aceptemos que cada infortunado lance es resultante de las malas consejas.

Partamos que ningún gobernante tiene por qué saber todo, defender lo indefendible o resolver todos nuestros problemas, como tampoco heredar pleitos de un pasado ominoso como el representado por Fidel Herrera Beltrán trenzado hace décadas con Miguel Angel Yunes Linares.

Basta con que nuestro mandatario se apegue a la ley, que la aplique sin distingos y con el capital que dispone, sea poco o mucho, avance sin permitir que nadie, absolutamente nadie, meta la mano al cajón.

La reflexión se debe a que la modalidad hoy día radica en observar cada lunes al mandatario estatal saliendo a la defensa de temas y tratamiento de asuntos álgidos que el resto de la semana son objeto de polémica, encontronazos con la opinión pública y agudas críticas de la prensa no oficial.

A los periodistas el señor Duarte aconseja en Poza Rica que se “porten bien” y sus declaraciones, sacadas de contexto, se vuelven escándalo nacional e internacional ya que para su mala suerte se da en el escenario del asesinato del quinceavo periodista Rubén Espinosa Becerril.

Luego de inopinado receso vacacional del mandatario –un gobernante nunca se enferma ni se va de vacaciones, dice el libro de la política- en airada respuesta censura a todos aquellos que lo cuestionan a sabiendas de que todo mundo sabía que él no había gestado y mucho menos operado el asesinato del fotoperiodista.

Pero ahí, cual espada de Damocles, sale a dar “respuesta puntual”.

Olvidaba que un año atrás lo mismo sucedió con el presidente Enrique Peña Nieto, cuyo gobierno se vino en picada por el asunto de los 43 masacrados en Ayotzinapa, a lo cual se sumó una cascada de corruptelas y desaciertos públicos.

El ciudadano gobernador se asume ofendido por injusta inculpación, lo cual “ofende a los ocho millones de veracruzanos que yo represento” y lo reclama justo cuando este asunto estaba saliendo del escenario mediático.

Luego ese empeño por desmarcarse, en otro lunes, de la obligatoriedad de su gobierno en la aportación presupuestal en favor de la Universidad Veracruzana, cuando ni siquiera es atribución del ejecutivo otorgarla ya que es un tema del Congreso del estado que cada año asigna los dineros públicos para su ejercicio.

¿Por qué entonces meterse en camisa de once varas?

El que se ingrese una factura no quiere decir que se tiene que pagar, dice el ciudadanos… y de nuevo la embestida y el cuestionamiento ¿Quien autorizó, entonces?

La deuda.

De pronto a alguien se le ocurre que Duarte hable de la deuda pública y la transparencia y sucede cuando el tema había sido objeto de polémicas, análisis y una cascada de especulaciones.

Bueno, pues lo revive también un infausto lunes, hace un mes y es día que sigue la polémica y confusión.

Ello al igual que los 15 investigados por la PGR por desvíos a dineros federales, según la Auditoria Superior de la Federación. En otro lunes sale a aclarar y justificar que no hay tal, cuando si la PGR afirma que está investigando… pues que se siga investigando. Es un tema federal no gestado por el gobernador y en donde si crece pues que crezca y si hay responsabilidad penal, pues que la haya.

Se deja asimismo aconsejar en materia de obra pública e infraestructura carretera con “inversiones” por más de 14 mil millones de pesos cuando todo mundo sabe que lo del “maravilloso” paso vehicular de la Boticaria ya desde el año pasado estaba inaugurado y que lo del túnel de Coatzacoalcos –emblema ignominioso de dos regímenes- está al 99 por ciento pero gracias al empresario e inversionista, que no apuesta nada gratis, Carlos Slim, quien por cuatro décadas será el usufructuario.

Las obras de los Juegos Centroamericanos, son cosa del pasado y la inversión federal es eso, de la federación.

Pero además ¡Por Dios! Solo quedan 14 meses de gestión en donde lo inmediato está en obtener el préstamo cinco mil millones de pesos para salir de apuros en deudas y pagar aguinaldos y no planear nada en materia de desarrollo.

A Veracruz pues le urge que se hable con verdad.

Basta abrir un diario, incluso de los oficiales, para descubrir la tremenda realidad que nos embarga.

El desmantelamiento de Sedesol estatal, la desaparición de la tan cacareada Cruzada contra el Hambre; los adeudos de cinco meses de salario a la burocracia por la desintegración de Comités Comunitarios de localidades rurales.

Los mil 800 que sí se deben a la UV ya que buena parte son recursos federales que se tomaron de manera irregular de la Secretaría de parte de Finanzas; el adeudo a académicos jubilados de 50 MDP; el pendiente con los deportistas por 4.2 millones por becas; la “tanda” o puja en la que se ha metido a los viejitos del IPE que hace cinco meses no se les paga con regularidad… y tantos rezagos más.

Al Servicio Nacional del Empleo se le deben 2.5 millones de pesos.

El Hospital Civil antes de 30 días cierra sus puertas, no tienen ni para gasas; la exclusión de Boca del Río de todo proyecto ya que ahí encabeza la presidencia el hijo de Miguel Angel Yunes Linares; el fondo de pensiones del SNTE que desapareció.

Y el broncón de deudas a proveedores que hoy se sabe rebasan los dos mil millones de pesos.

Hay un viejo dicho que dice en medio de tanta bronca no cabe que seas “¡pobre y delicado!”.

Con 44 mil 700 millones de pesos por deuda pública y abiertos desgarres políticos y medios de comunicación es difícil avanzar. La confronta en nada ayuda. El regaño cuando no se entrega o propone algo a cambio no sirve.

El gobernador es, o debería ser, el eje de la concordia.

Acaso por ello ¿Es que ha llegado el momento de la reconciliación?.. Aún es tiempo.

Reconocer errores engrandece, el retomar el camino enaltece.

Tiempo al tiempo.

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