- El secretario General de Gobierno ha incidido en lo que se llama terrorismo de Estado, el aviso a quienes difamaron al señor Javier Duarte de que serían demandados por daño moral en contra del jefe del Poder Ejecutivo de Veracruz
Luis Velázquez
Si Flavino Ríos Alvarado cumple su advertencia (denuncia por daño moral a Javier Duarte), entonces, Veracruz está a punto de reencarnar en la Operación Colibrí, también conocida en 1934 como “La noche de los cuchillos largos” cuando Adolf Hitler ordenó el mayor número de asesinatos políticos para adueñarse del Estado alemán.
Y/o, en todo caso, se estarán reproduciendo los peores días y noches de la llamada guerra sucia, Fernando Gutiérrez Barrios con sus huestes al frente y/o, incluso, la larga y sórdida noche del 2 de octubre de 1968 en la plaza Tlatelolco de la ciudad de México en el movimiento estudiantil cuando Gustavo Díaz Ordaz ordenó aplastar a los líderes y alumnos que conspiraban contra México, es decir, contra el presidente de la república.
Y es que el secretario General de Gobierno fue categórico luego de purificarse con su guardia de honor a los héroes de la patria cuando anunció al mundo que el duartismo, con la fuerza omnímoda y suprema de los poderes ejecutivo, legislativo, judicial, financiero, policiaco, eclesiástico y hasta mediático, analizan una demanda por “daño moral en contra de quienes señalaron a Javier Duarte de estar involucrado en el crimen del fotógrafo Rubén Espinosa” (alcalorpolítico.com, Ángeles González).
Tal cual, el anuncio de Flavino en Huatusco cuando precisó que Javier Duarte “no es asesino”.
Y de Duarte, cuando en la rueda de prensa del lunes 31 de agosto se dolió de ser víctima “del linchamiento público”, ha necesitado de un manotazo más, como es someter a una demanda penal por daño moral y que, por tratarse del gobernador de Veracruz, significaría un pago multimillonario de daños.
Y más por lo siguiente:
En los días posteriores al asesinato con tiro de gracia del fotógrafo Rubén Espinosa y de la activista social Nadia Vera, las calles de Xalapa se incendiaron con un montón de trabajadores de la información, activistas y ciudadanos cargando en las manos una cartulina con la fotografía de Duarte y una leyenda audaz y temeraria y provocativa que decía: “Duarte, asesino”.
Incluso, y en medio de lo que Gustavo Le Bon llamó “La psicología de las multitudes”, todos molestos, irritados, iracundos, caminaron del centro de la ciudad de Xalapa a la Casa Veracruz, la residencia oficial del gobernador, y allí prendieron veladoras y enarbolaron las cartulinas con la frase bíblica apocalíptica y pronunciaron discursos furibundos.
Y como fueron decenas, cientos quizá, de personas encabritadas por el multihomicidio en la colonia Narvarte, en el DF, entonces, mucha, muchísima chamba tendrá Flavino Ríos y su equipo jurídico si deciden interponer la demanda por daño moral, de tal manera, incluso, que las cárceles serán insuficientes.
El secretario de Seguridad Pública, el general de West Point, condecorado por la Interpol, Arturo Bermúdez Zurita, se dará vida persiguiendo con el tolete y la macana a los sospechosos.
La Operación Colibrí del nazismo y la guerra sucia y la noche de Tlatelolco serán una caricatura de los sórdidos días y noches que vendrán…
EN NOMBRE DE JAVIER DUARTE
Pero, además, la Operación Colibrí jarocha habrá de extenderse a la ciudad de México, donde decenas de reporteros y fotógrafos y camarógrafos se plantaron en el Ángel de la Independencia sosteniendo en las manos la cartulina con la foto de Duarte y la leyenda de “Duarte asesino”.
Además, claro, de los trabajadores de la información que en igualdad de circunstancias se plantaron ante las oficinas del gobierno de Veracruz en la ciudad de México, clamando justicia.
Y, bueno, en tal lógica el secretario General de Gobierno, quien sería el coordinador de tal estrategia, quedará expuesto a un gran desgaste político, social, moral y ético, pero más aún, la relación gobierno y sociedad será descarrilada, pues la pradera política será incendiada cuando a la vuelta de la esquina se dará la elección del gobernador y diputados locales hacia mediados del año entrante.
Doctor en Derecho por la UNAM, que nunca, jamás, ha litigado en la bandarilla, el político para quien el ejercicio de gobernar y del poder ha de aplicarse con la más absoluta y rigorosa frialdad, ha lanzado su espada en prenda, y por tanto, ha alborotado la gallera.
Incluso, se ha sustentado en su realidad jurídica bajo los siguientes enunciados:
Uno. No se puede juzgar mediáticamente.
Dos. Han de presentarse pruebas.
Tres. El agente del Ministerio Público debe consignar.
Cuatro. El juez ha de decidir.
Cinco. No puede ser que los medios linchen.
Así, y toda vez que los medios (mejor dicho, el gremio reporteril, que ha tomado la calle, más, mucho más que los magnates periodísticos) ya juzgaron al jefe del Poder Ejecutivo estatal, entonces, el gobierno de Veracruz ha de proceder.
“ESTÁS CONMIGO O ESTÁS CONTRA MÍ”
Pero, además, ellos mismos han de tener las pruebas en contra de los presuntos culpables de acusar de homicida al señor Duarte, pues todos habrán sido filmados por los cuerpos policiacos, los llamados orejas y los plumíferos.
Y, por tanto, la infantería reporteril ha de cuidarse a partir de ayer en la mañana cuando en el parque Los Berros, de Xalapa, el secretario de Gobierno, el segundo del gobernador, lanzó su avisito.
Otro avisito más tipo el discurso de Poza Rica, cuando a los reporteros locales les anunciaron el fin del mundo:
Uno. “Pórtense bien”.
Dos. “Vendrán tiempos peores”.
Y tres. “Caerán muchas manzanas podridas”.
Tal cual, la tirantez entre el gobierno de Veracruz y una parte de la sociedad (los activistas sociales y los trabajadores de la información) alcanzará su peor dimensión. Un tsunami social y político.
La noche de los cuchillos largos.
La Operación Colibrí.
La guerra sucia de Gustavo Díaz Ordaz.
La implacable persecución de la noche de Tlatelolco, de la que estamos a 30 días de su aniversario número 47, tiempo aquel cuando el presidente quedó con la mano tendida ofrendada a los estudiantes y en respuesta envió al ejército, a los policías y a los agentes secretos.
Por lo pronto, el secretario General de Gobierno ha incidido en lo que los expertos llaman terrorismo de Estado.
En nombre de Javier Duarte, claro.
Veracruz, polarizado como nunca antes en la historia local.
Estás conmigo o estás contra mí, como decía Ronald Reagan a los reporteros.
Los buenos contra los malos.
Goliat contra David.
El Estado soy yo de Luis XIV.
Si me atacan a mí… atacan a Veracruz.
Yo soy Veracruz.
“La verdad nos hará libres”.