El Pacto de Perote
Luis Velázquez
Luego de que en cuatro ocasiones el gobernador de Veracruz intentó un cafecito con el senador Pepe Yunes Zorrilla, el señor Javier Duarte tendió un puente con el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray Caso, y en nombre de la amistad nacida en el ITAM el senador abrió las puertas del rancho San Julián al jefe máximo del priismo.
Así, durante unos 180 minutos uno y otro dialogaron a solas, sin testigos de por medio; cada parte se mantuvo en su política política y en su filosofía política y en su mirada sobre el mundo presente y futuro.
Claro, y como es lógico en el caso del presidente de la Comisión de Hacienda del Senado y dada las circunstancias de que Veracruz figura como uno de los estados más endeudados del país con señales de alarma, una parte sustancial de las tres horas fue ocupada en el asunto.
Y más como en la víspera latía la gran reforma financiera para que a partir de la fecha domine una nueva ley que norme y reglamento la expedición de deuda en los estados federativos y en los más de 2,500 municipios de norte a sur y de este a oeste de la nación.
Y más, como en el caso, cuando una cosita es la deuda oficial de 44 mil millones de pesos a las instituciones bancarias reconocida por Javier Duarte y otra cosita es la deuda a los proveedores y prestadores de servicios, y a la Universidad Veracruzana y a la UPAV y a los 44 mil seniles sin seguridad social y a los 400 deportistas y a los estudiantes becados, incluso, a los magnates periodísticos a quienes adeudan más de dos mil millones de pesos.
Por eso, en el diálogo de tres horas, que nunca antes, por cierto, el gobernador había concedido, ni siquiera, vaya, a Gerardo Buganza, Tomás Ruiz, Érick Lagos o Adolfo Mota, el pacto de Perote se tradujo entre Duarte y Pepe Yunes en un trabajo conjunto por los 8 millones de habitantes de Veracruz.
Y más porque por un lado existe un cochinero en el manejo del presupuesto oficial y de los recursos oficiales, y por el otro, el mundo se pregunta el destino social del erario, en un Veracruz, además, sin obra pública trascendente a nivel regional y municipal.
LA SUCESIÓN EN EL PACTO DE PEROTE
Ahora bien, para efectos del morbo político, acaso, quizá, el tema número uno de la agenda pública, las partes también pusieron en la mesa del rancho San Julián el caso de la sucesión del gobernador.
Tal cual, entrando en materia, el senador fue tan contundente con el gobernador como aquel día, en Xalapa, en el consejo político del CDE del PRI, cuando el presídium y el auditorio completo se levantaron para aplaudir a rabiar a Duarte, en tanto Pepe Yunes se mantuvo firme y estoico, sentado en su silla en el presídium, sin juntar las manos para la ovación colectiva.
Yo -dijo más o menos el senador al gobernador- en ningún momento te guardo un agravio ni me siento agraviado.
Tampoco te tengo resentimiento ni coraje.
Entiendo que somos priistas y en el priismo también cabe la diferencia en la forma de pensar y sentir, de reaccionar y de actuar, de mirar la vida y planear el presente y el futuro.
Está claro -insistió el senador al gobernador- que pensamos de forma distinta, pues siempre me opuso a la candidatura a gobernador de dos años.
Y si tú, gobernador, insististe en el tema y el Congreso local lo aprobó, respeto la decisión; pero sigo estando en desacuerdo.
Además -dijo el senador al góber- tú ya te decidiste por tu candidato y también respeto tu inclinación.
MANTENER SIEMPRE LA DIGNIDAD
Desde luego las partes se mantuvieron serenas y reposadas, sin llegar a los gritos ni al manoteo, de forma civilizada y también institucional, atendiendo los dos el cabildeo diplomático del secretario de Hacienda para sentarse a platicar.
Y luego de tres horas las partes conservaron su misma forma de concebir el mundo político alrededor de la sucesión; pero privilegiando el bienestar social de Veracruz en estas horas difíciles y ríspidas, turbulentas y revolcadas en el manejo de los recursos públicos.
Quiso el senador dejar clara su postura, sin rodeos ni ambages, cada uno firme en su postura, prestos al intercambio de opiniones y hasta de estrategias en materia hacendaria; pero cada uno por su lado en materia política.
En las neuronas y el corazón y el hígado del senador predominaron, en consecuencia, los sabios consejos de su padre, don Pepe Yunes, catador de hombres, para quien la vida pública siempre ha de conservar su dignidad, pues ni modo de prestarse al juego de que sea mancillada por un carguito, así sea la gubernatura.
De aquí pa’lante se verá el resultado del Pacto de Perote, y más porque para las famosas últimas palabras que pronunciarán Los Pinos con el nombre del candidato priista todavía falta mucho tiempo, y por tanto, muchas cosas pueden ocurrir…