Expediente 2015

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El maestro priista 

Luis Velázquez

Quizá ningún político en Veracruz tan completo y con tanta experiencia como Ranulfo Márquez Hernández, secretario de Desarrollo Social, y ex de todo, menos de gobernador.

Pero más aún, nadie como él como interlocutor y amigo, cuate, tanto de militantes priistas como de oposición.

Más aún, vasos comunicantes y puentes tendidos desde que fuera líder en la facultad de Leyes de la Universidad Veracruzana y, por tanto, con muchísimos años de antigüedad en tales lides.

En efecto en aquel entonces, dirigente estudiantil, lideraba a un montón de colegas alumnos todos en la facultad, entre ellos, y por ejemplo, los siguientes:

Desde Antonio Benítez Lucho y Dante Alfonso Delgado Rannauro hasta Juan Herrera Marín y Miguel Ángel Yunes Linares.

Desde el tabasqueño Juan José Rodríguez Pratts hasta el jarocho Gustavo Sousa Escamilla.

Eran aquellos tiempos del movimiento del 68 cuando Ranulfo pasara al liderazgo estatal del FREV, Frente Renovador Estudiantil de Veracruz,  que rebasara por completo a la FED, Federación Estudiantil Veracruzana, tiempo de Hiram Gamboa, cuando se pusieron del lado del gobierno y cavaron su sepultura.

Incluso, con aquellas voces juveniles, todos ellos editaron un libro sobre sus impresiones en aquella revolución estudiantil, Fernando López Arias gobernador de Veracruz y Gustavo Díaz Ordaz presidente de la república y Luis Echeverría Alvarez secretario de Gobernación.

Amistades y relaciones sólidas construidas en los tiempos, como dijera Gabriel García Márquez, cuando todos “éramos felices e indocumentados”, apenas levantando un presente académico para un futuro político.

Ranulfo, mayor de edad, era el dirigente de todos ellos a quienes enseñara las primeras letras de la política universitaria, primero, y luego, de la política política, época aquella cuando los famoso comedores estudiantiles para los alumnos de escasos recursos económicos.

Pero, además, cuando todos ellos soñaban con la política activa en la que después muchos de ellos participarían cuando, digamos, Manuel Carbonell de la Hoz, subsecretario General de Gobierno, miró hacia la UV en el sexenio de Rafael Murillo Vidal camino a la candidatura priista a gobernador, que sólo le duró tres días.

Desde entonces, el titular de la SEDESOL conserva una relación amical con todos ellos, más allá de los caminos torcidos de Dios a los que con frecuencia la vida suele llevar a cada uno.

POLÍTICO Y MAESTRO QUE TRABAJABA DOBLE

Incluso, años más tarde cuando en la política federal se reencontrara con su otro amigo, Fidel Herrera Beltrán y formara parte, desde entonces, de tal proyecto político, Ranulfo fue de hecho y derecho el maestro de la generación conocida ahora como los Chamacos de la fidelidad, entre ellos, Javier Duarte, Salvador Manzur, Jorge Carvallo, Érick Lagos y Alberto Silva.

Es más, todos pasaron por la escuela de la fidelidad que significaba Ranulfo, de quienes de igual manera fue su mentor.

Claro, unos más cerca que otros; pero todos aprendiendo de su experiencia.

Y es que en aquellos años, Fidel, trepado en los cuernos de la luna con el presidente Luis Echeverría, derivaba la enseñanza en Ranulfo para entrenar y capacitar a todos en las primeras letras.

Así, Ranulfo conservó siempre una relación de iguales con Fidel y Benítez Lucho.

Es más, en aquellos años, Beatriz Paredes Rangel, quien estudió en la facultad de Leyes en la UV Xalapa, tocó a la puerta de Ranulfo esperando un espacio en el Movimiento Nacional de la Juventud Revolucionaria, MNJR, y la llevó con Fidel, quien la incorporó a su equipo como encargada de Asuntos Indígenas, originaria de Tlaxcala como era.

El titular de la SEDESOL trabajaba doble.

Por un lado, en la chamba institucional que la vida le iba ofreciendo, muchas veces al lado del góber fogoso y gozoso.

Y por el otro, como maestro de todos aquellos jóvenes aprendices de política.

CABILDERO Y NEGOCIADOR

Muchos años después, ahora como titular de la SEDESOL jarocha, es un político reposado y sereno, con una experiencia fuera de serie, que mira el bosque más allá del árbol y que con tantos vasos comunicantes significa un plus para la elite priista de Veracruz.

Y más cuando en las horas que se viven, revolcadas y turbulentas, el atributo más importante de un hombre público es la cordura; pero también, la discreción y el bajo perfil, por más, incluso, cargos elevados que cada uno tenga, ejerza y usufructúe.

Desde luego, en el camino ha tenido derrotas; pero de acuerdo con la vida, las derrotas enseñan más que los triunfos, porque además te ubican en la naturaleza humana.

Catador de hombres, ha tenido como escenario de su quehacer público tanto la aldea local como el altiplano, y por tanto, ha jugado en ambos espacios y tiene una mirada localista, en el sentido de que conoce la geografía política de Veracruz; pero al mismo tiempo, puentes en el altiplano.

Y lo más importante, varias ocasiones le tocó disciplinarse en la militancia priista porque sabe que en un partido político así es la vida, pero también que en política como en la religión, muchos son los llamados y pocos los elegidos.

Ahí está su dimensión política como un gran cabildero y negociador, que tanto escasean en la vida pública.