Expediente 2015

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El peor crimen

Luis Velázquez

Según el politólogo Carlos Ronzón Verónica, el crimen del fotógrafo Rubén Espinosa, la activista Nadia Vera y tres mujeres más significa el peor crimen de los 18 trabajadores de la información ejecutados en Veracruz.

Sus razones son las siguientes:

1) Rubén Espinosa fue asesinado en la ciudad de México, la sede de los poderes federales, y por tanto, pone en el corazón político, social y económico de la nación la tragedia jarocha. Y más, en el DF, con el presidenciable Miguel Ángel Mancera. El multihomicidio, pues, en la palestra nacional, cuando además, el PRD fue derrotado por MORENA de Andrés Manuel López Obrador.

2) El Distrito Federal, la metrópoli periodística central de la república, alardea de que toda la ciudad está vigilada por videocámaras. Y por tanto, obliga de principio a fin a Mancera a esclarecer el homicidio. Y pronto. Caiga quien caiga como él mismo jefe de Gobierno lo ha dicho. Y más, con los ojos del mundo clavados en el DF. El periódico El País, por ejemplo, publicó el lunes 3 de agosto tres crónica sobre el crimen.

3) La muerte de Rubén Espinosa, originario del DF, con ocho años de ejercicio periodístico en Veracruz, ha obligado a la elite política y social y reporteril a mirar desde el altiplano al gobierno de Javier Duarte.

4) El multihomicidio significó un tiradero de cadáveres derecho, derechito, al corazón de Los Pinos. Y más con un par de activistas ejecutados que tenían a Veracruz como escenario. De Veracruz para México y de Veracruz para el mundo.

5) Hay en la población de Veracruz un enojo en contra del presidente de la república. Mientras en otras entidades federativas (Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Tamaulipas) ha intervenido con mano firme, deja hacer y deja pasar en Veracruz. Quizá argumente que cada estado del país es autónomo y soberano. Pero en tanto ha dado manotazo con otros gobernadores, se retrae con Javier Duarte. Rubén Espinosa se exilió de Veracruz en el DF porque lo andaban siguiendo, y, bueno, lo siguieron a la ciudad de México.

6) Hay en Veracruz un gobernador polémico. De un hecho sórdido brinca a otro más sórdido. Y nada pasa.

7) César Duarte y Javier Duarte ocupan primeros lugares nacionales en deuda pública. En Chihuahua, los feminicidios van en primer lugar. En Veracruz, los homicidios de reporteros que en el lenguaje mediático trascienden mucho más.

8) Estamos en una descomposición social en el territorio jarocho. En la elite política todos quieren matar. Saben que matan y ordenan matar y nada pasa. La impunidad se ha instaurado. El exalcalde de Medellín, Omar Cruz, ordenó matar al reportero y activista social, Moisés Sánchez, y nada pasó. El exalcalde de Coatepec fue acusado de mandar a matar a su tesorero, y nada pasó. El alcalde suplente de Amatlán quiso matar al propietario para quedarse con la silla municipal y nada pasó. Pero, además, y como en el caso de los exediles de Medellín y Coatepec, ligados a los malandros, de igual manera como Sara Luz Herrera Cano, presa en el penal de Amatlán, por el asesinato de su secretario particular, a través de los malosos. El pacto, pues, de una parte de la cúpula política con los malandros.

9) Antes de Rubén Espinosa, un muerto en Veracruz rara, extraordinaria ocasión trascendía en la prensa nacional, cuando, en contraparte, un muerto en Guerrero y Michoacán figuraba en portada. Ahora, con Rubén Espinosa y Nadia Vera reventó el cerco informativo levantado desde Veracruz en una parte de la prensa defeña, golpeando en el rostro de Los Pinos.

10) El punto de quiebre está en su máxima dimensión. Asesinan a reportero. Pero también a activistas sociales. Además, de los cientos de secuestrados, desaparecidos y tirados en fosas clandestinas.

11) El poder sexenal se le está acabando al duartismo. Y, no obstante, siguen operando, modus operandi, como en los primeros años. La historia política se repite. Cinco minutos antes de terminar como presidente de la república, Felipe Calderón Hinojosa autorizó un montón de casinos para sus amigos.

12) Las víctimas en Veracruz son asesinados un par de ocasiones. Primero, la muerte física. Después, el descrédito en la línea ágata. Que a Rubén Espinosa y a las cuatro mujeres las mataron por robo. Después, que convivieron con sus asesinos en una borrachera kilométrica. Luego, que iban por la colombiana y Rubén y Nadia estuvieron en el lugar equivocado y en el momento equivocado. Si una chica es asesinada porque era trabajadora sexual y si un hombre porque era narco.

13) Las 18 muertes de reporteros, y las 17 de activistas, etcétera, manifiesta una conducta delictiva que según el criminólogo se trata de una espiral. De pronto, empiezas a matar y a matar y nada pasa. De pronto, dejas de percibir lo correcto y lo incorrecto, la realidad y la ficción, y la escala de valores se atrofia. Y si el poder enloquece, una elite política que mata una vez y otra y otra y nada pasa, lo sigue practicando como parte de una rutina, un hábito, una costumbre. Incluso, hasta lo miran como un derecho constitucional para, digamos, salvar a la patria de una conjura internacional.

14) Se ha llegado en Veracruz a límites intolerables. Ejemplo, el crimen de Gibrán, el cantante de La Voz México, de Televisa. La Comisión Nacional de Derechos Humanos decretó una desaparición forzada. El secuestro, tortura y asesinato porque Gibrán le habría bajado la novia a un hijo del secretario de Seguridad Pública. Y no obstante la recomendación de la CNDH, nada pasó. Y, lo peor, los crímenes siguen.

15) Por ningún lado puede ignorarse el discurso de Poza Rica, cuando el gobernador anunció que vendrían tiempos peores y que caerían las manzanas podridas y que todo mundo se portara bien. Según Carlos Ronzón, desde el punto de vista jurídico es una amenaza. Desde el Derecho, una confesión. Desde la metafísica, una visión de futuro. Una profecía… que se está cumpliendo. Duarte, el pitoniso.

16) Con el crimen de Rubén Espinosa la línea fue cruzada. “Me exilio de Veracruz porque me siguen” confió a su amigo y compañero, Noé Zavaleta, corresponsal de Proceso. En el DF lo alcanzaron.