- Según la biografía de los aspirantes y suspirantes a gobernar Veracruz, la lista está llena de políticos amoscados
- Vivir para odiar, la consigna de Yunes Linares, Yunes Landa, Yunes Zorrilla, Buganza, Tomás Ruiz y Dante Delgado
Luis Velázquez
Entre los aspirantes y suspirantes por la gubernatura hay muchos resentidos que de amarrar la candidatura y ganar en las urnas, tal cual ejercerán el poder.
Por ejemplo.
Gerardo Buganza Salmerón, resentido contra la mafia del PRI y del PAN que le arrebató el trono imperial y faraónico según él mismo ha descrito en su videodestape.
Fidel Herrera, en el 2004.
Y Felipe Calderón, con Miguel Ángel Yunes Linares, en el 2010.
Y, por tanto, vive para vengarse, más allá de su religión que entre la sabia enseñanza está el verbo perdonar; pero más aún, olvidar.
Yunes Linares, resentido con Fidel Herrera y Javier Duarte, que llegaron primero a la gubernatura.
Incluso, y en el caso de Fidel, un rencor que data de 23 años, el más antiguo odio entre un par de políticos en la historia del país.
Héctor Yunes Landa, resentido con Fidel Herrera porque en el año 2010 lo estafó con la candidatura a gobernador, tiempo aquel cuando hasta mentaba la madre a Javier Duarte.
Pepe Yunes Zorrilla, resentido con Fidel Herrera, porque en el año 2010 lo estafó con la candidatura; pero también estafó a su padre, Julián Yunes, a quien garantizó que su hijo sería elegido entre los otros aspirantes.
Tomás Ruiz González, resentido con Fidel Herrera porque en el año 2004, cuando Miguel Alemán Velasco lo encartó en su lista kilométrica como candidato, el góber fogoso le ganó la jugada a todos ellos.
Pero, además, porque como se cree parido por los dioses, consciente y seguro de que hace un favor al mundo con existir, más resentido camina en la vida.
Dante Delgado Rannauro, quien pudiera lanzar su candidatura por la izquierda, digamos, el Movimiento Ciudadano (su partido) y MORENA, resentido contra Patricio Chirinos Calero y Miguel Ángel Yunes Linares cuando, digamos, con todo y que cumplieron órdenes del presidente Ernesto Zedillo, se emponzoñaron en su contra preso en el penal de Pacho Viejo.
Como por ejemplo, cuando el padre de Dante falleciera y Yunes Linares autorizó que podía asistir al sepelio, siempre y cuando fuera con unas cadenas amarradas a los pies, como ocurre en las películas norteamericanas con los presos cuando declaran ante el juez, y vigilado por elementos policiacos, la más cruda y miserable de las humillaciones.
Desde luego, en el hándicap electoral se han anotado otros aspirantes; pero parecieran una ocurrencia genial, entre ellos, digamos, los diputados Renato Tronco, Julen Rementería del Puerto y Domingo Bahena Corbalá, y como ninguna posibilidad significan, entonces, sus resentimientos quedan guardados, por ahora.
Tal cual, los seis precandidatos a la silla embrujada de Javier Duarte, en caso de quedarse con la candidatura y de ganar en las urnas, llegarán al trono imperial y faraónico con el resentimiento por delante.
Y así ejercerían el poder.
Vivir para odiar.
Pero más aún, vivir para vengarse, si es cierto como afirman que solo es indio aquel que se venga.
La historia de Tiberio, el emperador romano descrito por Gregorio Marañón en su libro incunable, Tiberio, historia de un resentimiento.
En ninguno de ellos vibra, palpita, late, el bienestar social, económico, educativo, de salud y de seguridad de los 8 millones de habitantes de Veracruz.
Nada que desean gobernar la tierra jarocha para enaltecer la calidad de vida del millón de indígenas, por ejemplo.
Ni tampoco para lanzar una gran cruzada educativa que permita alfabetizar a los 650 mil personas, de 14 años de edad en adelante, que no saben leer ni escribir.
Ni para que el millón de jarochos con escuela primaria inconclusa terminen de estudiar.
Y el otro millón con secundaria incompleta.
Y para los 600 mil con el bachillerato a medias regularicen su estatus educativo.
Todos ellos buscan la gubernatura para curar sus heridas de odio y rencor, a partir, digamos, de la venganza.
La venganza política que en unos casos se traduciría en la cárcel, unos yihadistas decapitando a sus enemigos políticos.
La peor noche de los cuchillos largos en la tierra jarocha a la que tanto cantaron Agustín Lara y Pepe Guízar.