Un estudio del Departamento de Psiquiatría y el Instituto de Investigación HealthEmotions de la Universidad de Wisconsin-Madison, ha demostrado cómo un circuito cerebral hiperactivo que incluye tres áreas del cerebro y que es heredado de una generación a otra, puede sentar las bases para el desarrollo de la ansiedad y de los trastornos depresivos.
«El exceso de actividad de estas tres regiones del cerebro -prefrontal, límbica y cerebro medio- es una alteración cerebral hereditaria que está directamente relacionada con el riesgo posterior de desarrollar estos trastornos», dice el autor principal Ned Kalin, en la web de la universidad. El estudio se publica esta semana en las Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), y sigue la línea de otros previos de este científico.
Monos
Los monos, como los humanos, pueden ser temperamentalmente ansiosos y pasar sus genes relacionados con la ansiedad a la siguiente generación. Mediante el estudio de cerca de 600 monos rhesus jóvenes de una gran familia multi-generacional, Andrew Fox, Kalin, y sus colegas encontraron que alrededor del 35 por ciento de la variación en las tendencias de ansiedad se explicaba por la historia familiar.
Para entender qué regiones del cerebro son responsables de pasar la ansiedad de generación en generación, los autores midieron el comportamiento relacionado con la ansiedad con imágenes cerebrales. Expusieron los monos jóvenes a una situación ligeramente amenazante que un niño también podría encontrarse: la exposición a un extraño que no hace contacto visual con el mono.
Durante este encuentro, se utilizaron métodos de imagen de uso común en los seres humanos (tomografía por emisión de positrones, PET) para identificar las regiones del cerebro en el que el aumento del metabolismo predecía el nivel de ansiedad de cada individuo.
Examinando de cerca las diferencias individuales en la función cerebral y el traspaso generacional de la ansiedad a través del árbol de familia, los autores identificaron los sistemas cerebrales responsables de la transmisión de padres a hijos del comportamiento relacionado con la ansiedad.
Usando este enfoque de «correlación genética», los autores encontraron que es probable que el circuito neuronal donde reside el metabolismo y un temperamento ansioso en la vida temprana compartan la misma base genética.
Curiosamente, el circuito cerebral que estaba correlacionado genéticamente con las diferencias individuales en ansiedad en la vida temprana involucraba a tres regiones del cerebro relacionadas con la supervivencia. Estas regiones están localizadas en el tronco cerebral, la parte más primitiva del cerebro; la amígdala, el centro límbico del miedo; y la corteza prefrontal, que es responsable del razonamiento de nivel superior y se desarrolla plenamente sólo en los seres humanos y sus primos primates.
Ventaja
«Básicamente, creemos que, en cierta medida, la ansiedad puede proporcionar una ventaja evolutiva, ya que ayuda a una persona a reconocer y evitar el peligro, pero cuando los circuitos están hiper-activados, se convierte en un problema y puede dar lugar a ansiedad y trastornos depresivos», explica Kalin.
Sorprendentemente, estos estudios encontraron que era el funcionamiento de estas estructuras cerebrales -y no su tamaño- el responsable de la transferencia genética de un temperamento ansioso. Aunque la búsqueda de las bases genéticas de la ansiedad ha sido hasta ahora difícil, esta investigación ayuda a explicar cómo pueden afectar los genes al funcionamiento del cerebro y conducir a la ansiedad infantil extrema, que aumenta considerablemente el riesgo de desarrollar ansiedad y trastornos depresivos.
«Ahora que sabemos dónde mirar, podemos desarrollar una mejor comprensión de las alteraciones moleculares que dan lugar al funcionamiento cerebral relacionado con la ansiedad», dice ‘Kalin. «Nuestros genes determinan nuestros cerebros para ayudarnos a ser lo que somos».