viernes, abril 19, 2024

Barandal

•Los perritos ladraron

•El cadáver de una mujer

•La barranca de la muerte

Luis Velázquez

ESCALERAS: En el tiempo huracanado y turbulento de Veracruz, los perritos ya entraron a la leyenda guinda y marrón.

Fue en La Perla, sobre el camino al poblado Macuilacalt Grande.

En la tarde, un campesino seguía trabajando en su parcela. Entonces, su par de perritos comenzaron a ladrar.

Y como el ladrido es igual que los aplausos en un evento público pues basta que la primera persona aplauda para que las demás también, los perritos seguían ladrando.

PASAMANOS: El campesino dejó la faena y trató de ubicar el origen de los ladridos.

Y de la parcela se fue caminando paso a pasito hasta llegar a la orilla de un barranco donde sus perros ladraban.

Así, descubrió un cadáver semi/enterrado, pero sin atreverse a descender más en la barranca por el camino sinuoso y porque, además, la tarde pardeaba en medio de la oscuridad insinuante.

La noche era cuando llegó al poblado El Zapote, donde vive, y reportó el hallazgo en la oficina policiaca.

“Será hasta mañana cuando buscaremos el cadáver” dijo el poli mirando la noche.

CORREDORES: Los dos perritos seguían alborotados. Claro, no estaban entrenados para la muerte como Gadafi, el perro recién jubilado con honores por la secretaría de Seguridad Pública.

Pero la sangre y más aún el olor a muerte los intranquilizó y el campesino debió dar unas vueltas en el poblado y platicar con ellos y apaciguarlos, porque, todo indicaba, los perros deseaban, como los criminales, volver a la escena del crimen.

El penetrante olor del cadáver.

BALCONES: Y más, porque era el cadáver de una mujer. El olor de una mujer muerta.

Y más, porque el cadáver había sido arrojado a una barranca, cerca, cerquita, enfrente, de la ermita de la Virgen de Juquila.

Claro, el cadáver habría tenido varios días tirado en la barranca porque ya estaba descompuesto.

Y el olor de la muerte, digamos, putrefacta, es, será más, mucho más penetrante que hasta a los perritos sacó de quicio.

PASILLOS: Los perritos, dice el veterinario, siempre suelen volver a casa cuando de pronto se pierden.

Y vuelven, dice, porque extraviados en el camino huelen y olfatean el olor de la familia.

Y por eso, el campesino entendió y comprendió el estado sicológico de sus animalitos que aquella noche durmieron a su lado por si las dudas en la noche o en la madrugada, hacia las 3 de la madrugada la hora más canija, despertaban alborotados soñando con el cadáver de la mujer.

VENTANAS: Primera vez en Veracruz que en los últimos casi dieciséis meses gracias a unos perritos es descubierto el cadáver de una mujer reportada como desconocida en la región.

Antes, por ejemplo, han sido unos niños jugando a la orilla del río quienes descubrieron un cadáver flotando aguas abajo.

En otras ocasiones, unos cortadores de caña han descubierto un cadáver escondido en medio de los cañaverales.

La mitad de los habitantes de Tuxpan y la otra mitad miraron el cadáver colgando del puente aquella mañana al despertar.

Los perritos de La Perla bien merecen ser condecorados por la secretaría de Seguridad Pública. Los podrían bautizar con los nombres de Gadafi II y Gadafi III.

Nada hace más feliz a un ser humano que tener de aliado y confidente a un perrito o a un gatito y/o un rinoceronte como Demi Moore en la película “Un millón de dólares” con Robert Redford, pues así la vida puede soportarse con entereza.

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