Escenarios

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•Otro pueblo sublevado
•Ellos mismos se defienden
•Hartos de pillajes

Luis Velázquez

Uno. Otro pueblo sublevado

La crónica de Arantxa Arcos sobre Xico permite saborear los olores sociales del pueblo y de la región. Pero al mismo tiempo describe el estado sicológico y neurológico de la población. Un pueblo harto, molesto, irritado, encabritado, iracundo, fastidiado de que la misma historia de incertidumbre y zozobra en el duartazgo prosiga ahora en la yunicidad.
Por eso, cuenta la cronista, los campesinos (unos cuantos, por ahora, a menos que sean neutralizados como las guardias comunitarias de Las Choapas integradas cuando secuestraran a la esposa de un ganadero), armados con machetes y armas de cazar conejos, patos y pájaros y balear nauyacas y serpientes de cinco metros de largo, sueñan con defender a los suyos ante, oh pesadilla, las armas sofisticadas de los malandros, carteles, cartelitos y sicarios.
En pueblo con rancherías y comunidades modestas y jodidas (jodidas en materia económica), los malosos les despojan «de los tanques de gas, del dinero de las jornadas en el campo y de sus propiedades en sus hogares» y que para ellos es su patrimonio familiar.
«La autoridad no puede» exclamó uno de los seis campesinos que por ahora están organizados. «Aquí, los esperaremos con radios y teléfonos para comunicarnos entre nosotros».
La cronista ubica la tragedia en el pueblo de Chivería.
Si en el sexenio de Patricio Chirinos los vecinos iracundos incendiaron «vivito y coleando» a un abusador sexual, ahora, en Xico, igual como antes en Las Choapas y en el sexenio anterior en los Llanos de Sotavento, la gente se ha sublevado.
Está harta, dirían los vecinos, a tono con la frase simbólica del poeta y activista social, Javier Sicilia, en el título de uno de sus libros:
«¡Estamos hasta la madre!».

Dos. «Te quitamos el cuerito de los pies»

La tensión social es descrita de la siguiente manera:
A: Las ocasiones en que la policía ha llegado, los ladrones escapan pues la torreta los alerta y se pierden entre las fincas.
B: Los elementos de seguridad «evitar entrar a los sembradíos por donde los ladrones huyen… por temor a ser picados por una serpiente».
C: «Agarrábamos a un ratero y lo llevábamos amarradito, lo presentábamos con la autoridad y al tercer día ahí anda, bien feliz, a robar de nuevo, al pueblo vecino».
D: «Nos cansamos y llegó el momento de pensar qué hacerles, ¿los quemamos?, o lo lazamos y paseamos en el pueblo?».
E: El pueblo detuvo a cuatro pillos y ladrones y luego de que fueron liberados por la policía «entendieron el mensaje amenazante del pueblo:
«Si regresas, te quitamos el cuerito de los pies».

Tres. Palabra de Dios

El arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, lo dijo en la Catedral de Xalapa en la homilía dominical del 19 de noviembre:
«En Veracruz, todos los días hay asaltos, secuestros y ejecuciones».
Palabra de Dios.
Claro, en la cancha azul dirán que en el duartazgo Reyes Larios calló, mejor dicho, nunca tuvo espacio ni tiempo para ocuparse de la realidad aplastante.
Palabras del góber Yunes.

Cuatro. “Ojo por ojo, diente por diente”

En Chivería el pueblo ha tomado una decisión a tono, digamos, con la vieja enseñanza bíblica de «ojo por ojo y diente por diente».
Escribió la cronista Arantxa Arcos:
«El machete o cuchillo de cocina se ocuparían para desprender el cuero de los pies a los delincuentes y obligarlo a caminar hasta la patrulla de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP)».
Fernando Gutiérrez Barrios, el policía político del sistema político, el político político, resumíría parte de su filosofía social:
«Si a las doce del día el pueblo dice que es de noche… es hora de prender las farolas».

Cinco. Linchamiento en puerta

En Chivería hay un antecedente en los días azules de Veracruz y que se volvió histórico, enseñanza de vida, razón de ser, refugio de la esperanza, última posibilidad para afianzarse a la vida:
En Tonalaca, lincharon a tres presuntos ladrones por robo de ganado.
Uno de ellos «murió por los intensos golpes de los habitantes», aún cuando «los elementos de la policía los rescataron».
En Xico, la historia pudiera reproducirse.
El viejito en la sierra de Soteapan, en el sur de Veracruz, resume de la siguiente manera su experiencia:
Un pueblo es como una mula. De pronto, la llenan de mucha carga y cuando se harta se detiene, se sacude con tanta intensidad que tira la  carga, se enmula y ni un paso adelante, firme en su decisión».

Seis. Días turbulentos

Los días y noches son revolcados y desaforados.
Por ahora, de Xico a Hidalgotitlán, donde el presidente municipal electo, del Panal, fue asesinado por una turba de treinta hombres, y hacia la tarde/noche del lunes 20 el pueblo estaba amotinado.
Cierto, hay 212 municipios en Veracruz y aun cuando es más grande que Honduras, Salvador, Guatemala y Nicaragua, en el lado oficial dirán que «una golondrina no siempre hace el verano».
Pero como dice el arzobispo de Xalapa, la vida sigue prendida con alfileres.
Y aun cuando la yunicidad también dice que la inseguridad es mal nacional, allá, en todo caso, el presidente de la república y cada gobernador con sus pendientes… que aquí, en Veracruz, se vive y padece «el infierno tan temido».
Y para que los vecinos de Xico (elevado a la categoría de Pueblo Mágico en el sexenio anterior) se estén armando hasta con machetes y armitas de cazar conejos y disparar a las nauyacas, la temperatura social expresa la realidad avasallante.
La vida, como una pesadilla.