viernes, abril 19, 2024

Barandal

•Tres hermanos contra una hermana

•Miravalles y El Alba, en la picota

•Caso de una herencia en el SAT

Luis Velázquez

ESCALERAS: Un imperio económico y social de Veracruz está haciendo agua. Según las versiones, el holding de Miravalles, El Alba y Aisa, entre otros, andan en graves problemas. Pero más allá del vaivén económico, el arca de Noé de los hermanos Venta está zozobrando por un conflicto interno, como sucede a los grandes emporios del mundo.

Incluso, con vientos apocalípticos como cuenta el relato bíblico con la historia de Caín y Abel.

Y por lo pronto, la hermana, la señora G., ha demandado a sus tres hermanos por abuso.

Y la demanda ha sido, ni más ni menos, en el Sistema de Administración Tributaria, el SAT, el organismo con quien nadie, ni ricos ni pobres ni políticos ni empresarios, empresas grande, medianas o pequeñas, puede jugar.

Y si alguien, digamos, intenta pasarse de listo, tarde o temprano la guadaña les alcanza.

Así, el 16 de octubre del año que corre, la hermana interpuso la denuncia en el SAT con el oficio 565/2017/19885 y con número de expediente 45/7/2017 por movimientos irregulares en las operaciones de la venta de unos inmuebles.

La señora G., en contra de los señores JJ, C y C, pues ellos, integrados en un frente común, “la dejaron fuera” en la venta de dos terrenos a un señor originario de San Rafael, Veracruz.

Uno, ubicado en las inmediaciones de la Cabeza Olmeca, y otro, en el centro de la ciudad jarocha, y cuya operación fue cerrada en ciento cincuenta millones de pesos.

¡Ah!, pero la operación fue escriturada en 65 millones de pesos birlando al SAT.

Y como el trío de hermanos dejó fuera a la hermana, ella denunció el entuerto a través de su abogado, Gustavo Sousa Escamilla, y ahora el SAT investiga a la inmobiliaria con la razón social de Infiesto, domiciliada en la calle Lerdo 290, interior 102 A.

PASAMANOS: Según las versiones, los tres hermanos vendieron a la hermana la idea de que ante los días malos que están viviendo las empresas familiares necesitaban vender los terrenos para, entre otras cositas, pagar los pasivos.

Y de pronto, zas, a la hora del suceso consumado, la dejaron fuera.

Y el pleito familiar se tradujo en la demanda de la hermana ante el SAT.

Incluso, de acuerdo con la versión, el padre, quien se encontraba enfermo, además, por la edad, se vio muy consternado cuando trascendiera el abuso y que le afectara mucho más en su estado de salud.

Y en el paquete, la alta sociedad jarocha trasciende que una hija de los tres hermanos contraerá nupcias en fecha próxima con un joven de abolengo de Xalapa y necesitaban fluidez económica para la boda.

El caso es que el asunto ha sido llevado a la pasarela fiscal y la hermana contrató al prestigiado abogado Gustavo Sousa, el notario público número uno del estado de Veracruz, con excelentes relaciones políticas tanto en los gobiernos priistas como panistas, simple y llanamente, para hacer justicia.

Por un lado, entonces, la denuncia ante el SAT, con quien nadie juega, y por el otro, el reparto equitativo del dinerito millonario obtenido con la venta del par de inmuebles.

Y claro, y dadas las circunstancias, la distribución de la herencia familiar.

Una vez más, la historia se repite, y como dice el experto, se reproduce, unas ocasiones como tragedia y otras como comedia.

En todo caso, es el relato bíblico. Los hijos, disputando los bienes de los padres. Y más, cuando, por ejemplo, hay un intestado, en donde las partes pelean hasta por unos centavos.

CASCAJO: Según las versiones, el holding está quebrado. Y si así fuera, es la historia de los grandes imperios, en donde los hermanos ajustan cuentas y por desgracia salen mal librados.

Y más cuando el asunto llega a la autoridad, como en el caso, al SAT, al que le resta el último año del sexenio peñista y ha de cerrarse “con broche de oro” en la tarea fiscal.

En su momento, el tribunal pronunciará las últimas palabras para procurar la justicia consabida.

Cada parte, con su abogado, y cada una con sus pruebas.

El consorcio de los Miravalles y El Alba, entre otros, forman parte del patrimonio histórico, social y cultural de Veracruz, como decir, por ejemplo, La Parroquia o el balneario Villa del Mar.

El día cuando la mitad de la población jarocha y la otra mitad nacieron, el par de negocios ya estaban y, además, acreditados.

Pero, bueno, en su momento, los cines Díaz Mirón, Variedades y Reforma, entre otros, usufructuaron tiempo estelar, y ni modo, el destino y la modernidad los alcanzó y ahora forman parte del pasado.

Miravalles, por ejemplo, “una empresa líder en la distribución de materiales de construcción y acabados” y de productos nacionales, tiene sucursales en Veracruz, Xalapa, Coatzacoalcos y Tuxtepec.

Sus valores, entre otros, son la honestidad, la perseverancia y la profesionalidad, según describe en su página web.

Pero como ellos mismos dicen, “dar lo mejor de nosotros mismos para sobreponernos a los tiempos difíciles y salir siempre adelante”.

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