jueves, abril 18, 2024

Escenarios

Por: Luis Velázquez

  • El fracaso de un líder
  • César del Ángel, preso
  • El campo sigue jodido

Uno. Un líder tormentoso

César del Ángel está terminando su vida igual que cuando empezó. Incluso, igual que el pintor José Luis Cuevas, recién fallecido. En medio de la tormenta y el escándalo.

En el sexenio de Luis Echeverría, Del Ángel era diputado federal y líder campesino. Entonces, en Acapulco, hubo una matanza de copreros. Echeverría lo acusó de la autoría intelectual. Y lo envió al penal de Lecumberri, entonces, la cárcel de los presos políticos y de los políticos presos.

En el sexenio de Fernando López Arias, 1962/1968, le fue bien, pues una de sus hermanas (las dos guapísimas) tuvo amistad con el gobernador.

Después, fundó el Movimiento de los 400 Pueblos que entrara a la historia porque sus mujeres participaban en las protestas en la vía pública desnudándose la mitad del cuerpo, del estómago para arriba, mostrando en unos casos senos exuberantes que electrizan a los más pintados.

En el bienio de Fernando Gutiérrez Barrios, Del Ángel formó una mancuerna con Margarito Montes Parra, el líder fundador de la UGOCEP, y quien era favorito de los hermanos Carlos y Raúl Salinas, más de este último.

Así, mientras las hordas campesinas de los 400 Pueblos solían llegar a Xalapa por el lado norte, las tribus de la UGOCEP entraban por el lado sur, casi casi Emiliano Zapata y Pancho Villa entrando a la Ciudad de México.

Símbolos que fueron, digamos, de la lucha campesina, Montes Parra fue asesinado en el norte del país (era originario de Sonora) con su familia y ayudantes, catorce en total.

Entre tanto, Del Ángel es un político preso en el penal de Pacho Viejo por Miguel Ángel Yunes Linares, quien en su historia tiene ya, ya, ya, a tres ex gobernadores presos, como fueron Dante Delgado y Flavino Río Alvarado, en prisión domiciliara, y Javier Duarte, en una cárcel militar de Guatemala.

Va por el cuarto. Se llama Fidel Herrera Beltrán, y mientras, para entretenerse y satisfacer su látigo de honestidad “a prueba de bomba” sigue metiendo a más ex secretarios del duartazgo.

César del ángel… en la lista negra.

Dos. La utopía frustrada

Quizá la figura más legendaria del liderazgo campesino en Veracruz fue Roque Spinoso Foglia, el dirigente cañero que paralizara el ingenio San Cristóbal, considerando entonces el más grande del mundo luego de moler dos millones y medio de toneladas.

Rafael Murillo Vidal gobernaba Veracruz, 1968/1974, y Luis Echeverría el país.

Entonces, el ejército llegó a Carlos A. Carrillo, detuvo a Roque Spinoso y su equipo cercano (Manuel Pérez Bonilla y Francisco Castro González, entre otros, y quienes luego lo sucedieran en liderazgo nacional) y los encarceló en el penal de Allende.

Años después, Spinoso sería asesinado (sexenio de Agustín Acosta Lagunes) de 120 balazos.

Su legítimo sueño de dignificar la vida de los productores cañeros quedó en el fracaso (igual, digamos, que el sueño de César del Ángel y Montes Parra), pues de entonces a la fecha, unos veinticinco líderes cañeros han sido asesinados, todos en la impunidad, entre ellos, cuatro que van en la yunicidad.

Nunca, jamás, Del Ángel ni Montes Parra lograron (tampoco Pancho Villa ni Emiliano Zapata, vaya) dignificar y enaltecer la vida de los campesinos, sus esposas y sus hijos.

Todos constituyeron un fracaso total y rotundo.

Bastaría referir (y disculpe el lector, pero la estadística es irrefutable) la lista negra del CONEVAL. Seis de cada 10 habitantes de Veracruz, en la miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo y el subempleo con salarios de hambre.

Y de ñapa, Veracruz en el primer lugar nacional en producción y exportación de trabajadoras sexuales que han de vender su cuerpo para garantizar la torta en casa.

Veracruz, estado migrante, los hombres arraigados en Estados Unidos con otra pareja y dejado en el abandono a la familia original, lo que ha generado, dice una ONG, que las esposas (muchas indígenas y campesinas) hayan metido a la prostitución.

Tres. El campo sigue jodiéndose

Mal ha ido a las familias del campo en Veracruz.

De entrada, ningún líder a la altura de la dignidad que necesitan. Y los que fueron, como la mayoría de políticos, enriquecidos a la sombra del poder.

En la secretaría de Desarrollo Agropecuario, un cacique hoy al frente. Joaquín “El chapito” Guzmán Avilés, “el señor de horca y cuchillo” de Tantoyuca, una región donde se reparte los cargos públicos con la familia, obvio, dueño del poder político, el poder económico y el poder social.

Antes, claro, otro cacique en la SEDARPA. Ramón Ferrari Pardiño. Y un titular, Manuel Martínez de Leo, al servicio del suegro de Javier Duarte. Y antes, en el Fidelato, háganos favor, Juan García, a quien el mismo góber fogoso endilgó el apodo de “El Johnny Walker”, y quien, por cierto, según la fama pública, comprara su rancho de 600 hectáreas (¿o parte?) a Miguel Ángel Yunes Linares en la Cuenca del Papaloapan, a la altura de Tres Valles.

Los indígenas y campesinos, aumentando la migración a los campos agrícolas del Valle de San Quintín (en realidad, campos de concentración) y a Estados Unidos.

Seis de cada diez niños en las regiones rurales, en la deserción escolar, porque significan mano de obra para sus padres migrantes en el corte de café, caña de azúcar y cítricos en Veracruz.

Maestros de la secretaría de Educación que llegan a trabajar el día martes y se retiran el día jueves y sólo imparten clases de 9 de la mañana a las 12 del día, incluida media hora de recreo.

600 mil analfabetos de 14 años de edad en adelante, ubicados la mayor parte en las zonas étnicas y campesinas.

Centros de salud con médico y enfermera, pero sin medicinas, o al revés.

El más alto grado de alcoholismo de que se tenga memoria desde que el presidente Lázaro Cárdenas prohibiera a las empresas cerveceras la venta en las regiones indígenas, sobre todo.

Y los líderes campesinos, utilizando la membresía con sentido patrimonialista y terminando en la cárcel como César del Ángel.

“Genio y figura” dice el proverbio ranchero… hasta la sepultura.

Y el campo, ni modo, que siga jodiéndose.

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