martes, abril 23, 2024

Escenarios

•Político con mala leche

•Discípulo de Reyes Heroles

•El duartista más frívolo

Por Luis Velázquez

Uno. Político con mala leche

Según María Georgina Domínguez Colío, la primera vocera del sexenio anterior, Javier Duarte definió al diputado federal, Alberto Silva Ramos, como “el amo de la perversidad”.

Además, y en la frivolidad, le gusta, dice, que le llamen “El cisne” y que en la cumbre del poder cuando llegó a la SEDESOL él mismo pidió que mejor le dijeran “El pavo real”, pues estaba cierto de que sería el candidato priista a gobernador y el sucesor de su amigo y exjefe.

El adjetivo calificativo al tuxpeño, mejor dicho, el nuevo apodo, significa un retrato del poder que durante seis años fue ejercido en Veracruz.

Terrible que un ser humano sea una mala persona. Peor que en la tarea de gobernar sea, digamos, siniestro y sórdido. Canijo que sea rencoroso y vengativo. Pero más allá de la imaginación truculenta… que sea perverso.

Y es que perverso significa toda la mala leche de la vida. El mal por el mal mismo.

Y en el caso, el currículo de Silva Ramos con cuatro cargos públicos en el duartazgo expresa el peor de los mundos para quienes fueron sus víctimas.

En la presidencia municipal de Tuxpan, por ejemplo, se encaprichó en la cima del poder y nunca, jamás, aceptó pagar al Seguro Social la deuda por la cuota obrero patronal de los burócratas.

Además, cuando estaba listo para tirar la alcaldía y brincar a la secretaría de Desarrollo Social, el químico contable, Mauricio Audirac Murillo, le arregló el desaseo presupuestal y lo dejó limpiecito, “libre de polvo y paja” y de sospechas.

En la SEDESOL SE miró el inminente candidato priista a gobernador y así andaba por la vida.

En la vocería, y que ocupara en dos ocasiones, creó unas diez empresas fantasmas para desviar recursos como tiene documentada la Fiscalía azul.

En la presidencia del CDE del PRI despotricó contra las mujeres y expresó su machismo.

Y en la curul federal, se ha manifestado como uno más de los Judas de Javier Duarte, pues no obstante tantos beneficios recibidos, desde el sábado 15 de abril ha tenido suficiente tiempo para visitarlo en Guatemala en una actitud básica de amistad y gratitud, y se ha abstenido.

“Amo de la perversidad”, la piel se enchina imaginando las cosas peores que pudo haber efectuado “en la plenitud del pinche poder”.

Dos. “Reyes Heroles y yo”

Finito y exquisito que se ha soñado, se llenaba la boca hablando de Jesús Reyes Heroles, el tuxpeño más ilustre, a tal grado que sólo le faltaba sentarse a escribir un libro que bien puede intitularse “Reyes Heroles y yo”.

Claro, al principio de su mandato edilicio llevó a Vicente Fox a Tuxpan para darse un baño azul, y de paso declararse un alcalde intelectual cuando llevara al escritor Jorge Germán Castañeda a una megaconferencia.

Gastó parte del erario en la llamada “Novia del Mundial de Sudáfrica 2010”, Larissa Riquelme, para que la revista “Playboy México” la fotografiara en las playas de Tuxpan, porque así, dijo, se multiplicaría el turismo.

El relumbrón, pues, y que de nada sirviera pues la imagen de su paso edilicio siempre quedó ligada al cadáver del marino que apareciera flotando en el río Tuxpan, tiempo aquel en que la secretaría de la Marina Nacional detuvo a siete policías municipales acusados de desaparición forzada.

En todo caso, elementos distractores de su yo como “El amo de la perversidad” y como lo describe Gina Domínguez “al pie de la letra” con tantos agravios y “decenas de ataques que se enderezaban” en su contra.

Tres. El asombro y la perplejidad

Frívolo, como vocero duartista se publicó una selfie donde aparecía igual que Truman Capote cuando publicara su primer libro, “Otras voces, otros ámbitos” en una pose homo/sexa/puta/cochina que ninguna duda dejara de su egolatría, un tipo enamorado de sí mismo.

Fue, claro, el peor mal de la caja de Pandora en el duartazgo.

La mayoría del gabinete legal y ampliado, soberbios, petulantes, engreídos, creyéndose paridos por los dioses, perfumaditos, kens.

Y en el caso del tuxpeño, perverso, aun cuando en perversidad quizá se daría “un mano a mano” con Érick Lagos Hernández y Jorge Carvallo Delfín, a quien su padre describió como “El hijo más ruin que he tenido”.

El mal ya está hecho y los estragos apenas trascienden.

“Todos los que lo conocen, escribió Gina de Alberto Silva, saben que a eso se ha dedicado en los últimos veinte años”.

La política, entonces, como un ejercicio cotidiano de la perversidad.

Perverso, el sacerdote Marcial Maciel, acusado de ultrajar hasta a sus hijos.

Perverso, Adolf Hitler con los seis millones de judíos asesinados en las cámaras de gases.

Perverso, Rafael Leónidas Trujillo (uno de los íconos de Fidel Herrera Beltrán) cuando en la República Dominicana seducía a las esposas e hijas de los funcionarios de su gabinete.

Perverso, Idi Amín, el dictador de Uganda, cuando advertía a las mujeres que le gustaban: “Me amas o te mato”.

Perverso, Javier Duarte con los quince mil desaparecidos que dejara en Veracruz según ha denunciado el sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra.

Perverso, reveló Gina que llamaba Duarte a Silva Ramos, lo que tratándose de Duarte significan palabras mayores.

En manos de ellos estuvo el ejercicio del poder en varios cargos públicos, en tanto cada vez el lodazal se multiplica y nos mantiene en el asombro y la perplejidad.

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