martes, abril 16, 2024

Expediente 2017

Fosario en Veracruz

Por Luis Velázquez

Todo lo que el sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra ha dicho sobre las fosas clandestinas en Veracruz ha salido cierto.

Lo dijo en el sexenio de Fidel Herrera Beltrán. Veracruz “es el camposanto de migrantes más largo y extenso del país”.

Y el góber fogoso le lanzó encima a un trío de diputadas locales y de manera ridícula lo quisieron destazar.

Lo dijo en los años del prófugo de la justicia desde hace 175 días, Javier Duarte, y le lanzó a los evangélicos en el café de “La Parroquia”, declarándolo el rey del mal.

Lo ha reiterado ahora con la Yunicidad y aun cuando ya se sentaron en una mesa con las ONG, colectivos y solecitos, los resultados están por verse.

Los solecitos, por ejemplo, tienen su lista de familiares secuestrados bajo desaparición forzada, donde los policías, entre otros (quizá también políticos) levantaron a personas y las entregaron a los carteles.

Caso los cinco jóvenes de Playa Vicente, interceptados en Tierra Blanca. Caso los tres chicos de Papantla. Caso Gibrán, el cantante de “La Voz México”, de Televisa.

Y si el estigma cayó sobre Arturo Bermúdez Zurita como secretario de Seguridad Pública también incidió con Luis Ángel Bravo Contreras como ex Fiscal, pues nunca, jamás, dio curso a la denuncia de los colectivos.

Desde luego, el exfiscal quedó bien con el jefe máximo de entonces, Javier Duarte, dada su amistad y alianza con Bermúdez, pero ahora el pasado vuelve, y si de manera rara, extraña y sospechosa dejó el cargo público elegido por nueve años, estaría en la cuerdita floja con “el delito de lesa humanidad” que nunca prescribe.

El dolor y el sufrimiento en el corazón social de Veracruz se multiplica. Los familiares de los desaparecidos solo podrían resignarse por completo cuando los restos de los suyos les sean entregados para “la cristiana sepultura”.

Pero de igual manera, cuando los culpables del Estado Delincuencial que se vivió y padeció (todavía ahora con el gobierno azul) sean llevados a un proceso penal y encarcelados por tantos crímenes que dejaron hacer y dejaron pasar.

DESENTERRADOS 578 CADÁVERES

El último reporte de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, CNDH, es atroz:

Veracruz (ya se presumía, pero ahora está oficializado) en los primeros lugares nacionales en fosas clandestinas.

Y de los 212 municipios, Veracruz y Coatzacoalcos en primero y segundo lugar.

De los años 2007 a 2016 (la llamada Década Perdida que iniciara en el Fidelato y terminara en el Duartazgo) un total de 578 cadáveres desenterrados.

Veracruz en el primer lugar nacional con víctimas halladas en fosas clandestinas.

Lo peor del asunto que estruja las neuronas, el alma, el corazón y el hígado: la alianza expresa y manifiesta de los carteles y cartelitos, malandros y malosos, delincuencia organizada, barones de la droga… con policías y quizá con políticos.

Y si alguna duda se interpusiera ahí está el caso de las fosas, descubiertas por el Solecito, en el terreno paralelo al fraccionamiento “Colinas de Santa Fe”, donde hallaran el cadáver del ex agente del Ministerio Público y su secretario asignados en Cardel.

Veracruz, como uno de los peores lugares del país para vivir, y en donde sin llegar a los niveles caóticos de tiros, fuegos cruzados y muertos de Ciudad Juárez que antes lo fue y de Sinaloa, la vida está “en el filo de la navaja”, pues la compañera de los días y las noches es la incertidumbre y la zozobra.

Y nadie escapa. Nadie puede cantar victoria. Nadie la ha librado. El día cuando en el sexenio de Patricio Chirinos Calero, el capo José Albino Quintero Meraz abrió la puerta al infierno todavía continúa sembrando estragos en Veracruz.

Antes, era un capo. Ahora, la disputa de la jugosa plaza Veracruz por varios carteles, como lo ha documentado la Procuraduría General de la República, PGR.

PEOR ATROPELLO A LA DIGNIDAD HUMANA

Fernando Gutiérrez Barrios trascendió en Veracruz porque en solo 40 días pacificó el territorio jarocho luego del capítulo negro de “La Sonora Matancera” en el sexenio de Agustín Acosta Lagunes.

Fernando López Arias trascendió en Veracruz por su gran campaña de despistolización en que todas las armas incautadas eran quemadas en los hornos de TAMSA.

Antes, eran pistoleros. Bandas. Banditas. Ahora son carteles y cartelitos como dijera Jesús Murillo Karam en su tiempo de Procurador General de la República.

Y si el objetivo número uno de la Yunicidad es incendiar en la plaza pública a Javier Duarte y a Fidel Herrera Beltrán para borrar por completo sus pasos por la gubernatura, entonces, Arturo Bermúdez Zurita (con la inseguridad) y Luis Ángel Bravo Contreras (con la impunidad) se “le pusieron de pechito”.

Bermúdez está preso. Bravo Contreras pasea feliz, quitado de la pena, tan campante, y según afirman unos priistas, porque hubo vómito negro y la negociación fue en efectivo y que acaso sabrá el Ser Supremo.

Es el gran pendiente. Justicia, simple y llanamente, justicia, porque en nombre de la ley se llegó a la desaparición forzada, los policías (¿y los políticos también?) en alianza y al servicio de los malandros.

El padre Solalinde tenía razón. Veracruz, el panteón del peor atropello a la dignidad humana.

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