Expediente 2017

386

El karma de Yunes

Por: Luis Velázquez

52 días después, la Yunicidad ya logró su mayor éxito social como es involucrar a las elites políticas del altiplano y a una parte creciente de la población en su odio y resentimiento y coraje en contra de Javier Duarte y Fidel Herrera.

Pero más aún, una parte sustancial de los medios, tanto locales como nacionales, han adoptado como suya la agenda pública del góber azul de Veracruz.

Ahora solo restaría que la indignación crónica a partir, entre otras cositas, de los niños enfermos de cáncer y las medicinas clonadas se conviertan, como ha sucedido con Miguel Ángel Yunes Linares, en un odio de por vida.

El senador Emilio Gamboa Patrón, coordinador de la bancada priista, dijo que el caso de la estafa médica con el tratamiento a los niños enfermos de cáncer es un acto criminal.

El senador Miguel Barbosa lo calificó como una atrocidad y una barbarie.

“Es una bestialidad. Un crimen”, dijo, y luego profetizó el destino de Duarte con la siguiente frase bíblica:

“Duarte debe estar en el infierno, no en una prisión”.

El coordinador de los senadores panistas, Fernando Herrera fue, digamos, un poquito prudente:

“Duarte es una vergüenza para el país. Y su crimen es un crimen de lesa humanidad”.

El líder nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, calificó a Javier Duarte de homicida.

Y la bancada panista en el Senado de la República exigió que Fidel Herrera Beltrán sea renunciado al consulado de Enrique Peña Nieto en Barcelona y regresado a México para enjuiciarse por la vía penal.

Más aún: una parte de los medios de la Ciudad de México se han ido con todo a la yugular de Duarte por lo que califican una barbarie humanística con la compra irracional de las medicinas clonadas para la salud pública de los pobres y jodidos de Veracruz, entre

lo que se anota el caso del agua destilada a los niños con cáncer como sustitutos de la quimioterapia.

Y lo peor, porque uno y otro caso sirvieron para “ordeñar la vaca” con dinero millonario.

Incluso, el primer duartista, Leonel Bustos Solís, director del Seguro Popular, ya duerme en el penal de Pacho Viejo, acusado de desviar dos mil 300 millones de pesos, en alianza cómplice con Mauricio Audirac y Antonio Tarek Abdalá, ex titulares de SEFIPLAN y de la tesorería de SEFIPLAN.

La Yunicidad se ha anotado un jonrón con casa llena.

Y el odio que el gobernador arrastra desde hace más de 20 años en contra de Fidel y desde hace seis años en contra de Duarte ha alcanzado su parte medular, cuando de norte a sur y de este a oeste uno y otro son ya exhibidos y odiados como los peores políticos.

Y es que el atropello a los derechos humanos de los niños con cáncer es tanto, digamos, como robar a un muerto.

HASTA LOS PRIISTAS ODIAN A DUARTE

Ya de por sí, el prófugo de la justicia está demasiado vapuleado. Quizá, solo su familia ha de creer en él y lo mirará como una víctima de los políticos, tanto del PRI, a quienes calificarían como unos ingratos, y del PAN, de quienes dirán que lo odian porque en el fondo odian al góber fogoso, el cónsul.

El caso es que la Yunicidad ha ido de menos a más.

Y si, por ejemplo, el descubrimiento de los ranchos “El faunito” y “Las mesas” del Valle de Bravo aumentaron la indignación crónica, ahora con el caso de los niños con cáncer y las medicinas clonadas, el coraje se ha multiplicado en un odio sin paralelo porque Duarte y los secretarios duartistas de Salud (también implicado el Fidelato), ha provocado el odio sin límites.

Y por eso mismo, y luego de cuajar con su denuncia mediática en el corazón social del país, el góber azul metió hasta el tuétano de la nación el rencor en contra del fugitivo más famoso del país.

Incluso, pudiera decirse que hasta los priistas pasaron de la duda al asombro y después aterrizaron en el odio porque Duarte, dirán, se atrevió, con los suyos, al peor atentado a la vida como es a los niños y a los enfermos de VIH y a todos los enfermos en la precariedad.

LÍDER DE LA CORRUPCIÓN NACIONAL

La Yunicidad obtuvo lo impensable: transferir su odio a Duarte y Fidel a los diferentes niveles sociales.

Ahora, ya no está solo. Incluso, el respaldo popular es manifiesto.

En las redes sociales tendieron duro y tupido al (ex) góber tuitero. Y si antes la gente lo llamaba criminal, ahora también las elites políticas.

Por ejemplo, el más encendido (más, mucho más que Pepe Mancha, presidente del CDE del PAN en Veracruz) es Enrique Ochoa Reza, quien de plano ha de ser aclamado en la Yunicidad.

Primero, Ochoa Reza lo acusaba de enriquecimiento ilícito y lavado de dinero, y ahora, dice que Duarte ha de ser juzgado “como un asesino por la aplicación de quimioterapias falsas a menores enfermos de cáncer durante su administración”.

Nunca, por ejemplo, Pepe Mancha ha llamado asesino ni criminal a Duarte. Pero tanto los senadores Emilio Gamboa (amigazo de Yunes Linares) y Barbosa (puente tendido vía Rogelio Franco Castán con Yunes) y de paso el líder nacional del PRI hablan de las atrocidades y crímenes y corrupción y atropellos a los derechos humanos por parte de Duarte y sus cómplices, aliados y socios.

¡Vaya destino! Nunca, por ejemplo, Mario Villanueva Madrid, tampoco Roberto Borge, César Duarte, Rodrigo Medina, Guillermo Padrés y Andrés Granier, entre otros, han sido llamados asesinos, y lo peor, por los mismos políticos.

El secretario de Salud de la Yunicidad ha dado en el clavo. Por lo pronto, ya se ganó el bono mensual a la mejor auditoría.

Ningún político como Javier Duarte sigue liderando el odio de un país completo, harto de la corrupción y los trastupijes.