sábado, abril 20, 2024

Celebran Día del Sacerdote

Editorial

San Andrés Tuxtla, Ver.- Con la fiesta de San Juan María Vianney, que se conmemora el 4 de agosto, la iglesia también celebra el Día del Párroco en memoria de aquel que se dedicó con empeño a la conversión de su parroquia.

La figura del párroco – sacerdote tiene una gran relevancia para la iglesia. Tal como se expone en el mismo Código de Derecho Canónico -es el pastor propio a quien el Obispo diocesano confía pastorear a la comunidad que le ha sido encomendada, viviendo el día a día con y para ella, enseñándole, rigiéndola y guiándola hacia la santidad.

El presbiterio  de la Diócesis de San Andrés Tuxtla se reunió en la parroquia de San Pedro Apóstol para dar gracias a Dios por el don del sacerdocio.

La Diócesis de San Andrés Tuxtla lo ha nombrado El Día del Sacerdote con la misma intención celebrativa, para ser incluyente con todos los hermanos del ministerio aunque no sean párrocos, pero que comparten la misma misión.

La grandeza del sacerdote 

“Un buen pastor según el Corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una parroquia, y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina”. “Si desapareciese el sacramento del Orden, no tendríamos al Señor. ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes.

Testimoniar y transmitir el amor misericordioso de Dios.

Urge también en nuestro tiempo un anuncio y un testimonio similar de la verdad del Amor: Deus caritas est.

El amor a María;  El Santo Cura de Ars recordaba siempre a sus fieles que “Jesucristo, cuando nos dio todo lo que nos podía dar, quiso hacernos herederos de lo más precioso que tenía, es decir de su Santa Madre”.

Expresó Mons. Fidencio, que el Papa les dice que el primer rostro que deben custodiar es el sacerdocio. No los dejen expuestos a la soledad y al abandono, presa de la mundanidad que devora el corazón. Estén atentos y aprendan a leer sus miradas para alegrarse con ellos cuando sientan el gozo de contar cuanto <<han hecho y enseñado >>, y también, por qué no, para sostener, en comunión con Cristo, cuando alguno, ya abatido, saldrá con Judas <<en la noche>>. En estas situaciones, que nunca falte la paternidad de ustedes, Obispos, para con sus sacerdotes. Animen la comunión entre ellos, hagan perfeccionar sus dones, intégrenlos en las grandes causas, porque el corazón del apóstol no fue hecho para cosas pequeñas, finalizó.

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