Escenarios

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  • Candidatos a curul
  • Madruguete duartista
  • Senadores, excluidos

Luis Velázquez

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Algunos candidatos duartistas a la curul en la LXIV Legislatura andan caminando, fresquecitos y campantes, seguros de que la tienen amarrada.

Corintia Cruz Oregón, con su fotografía despampanante en la contrafachada de los autobuses de pasajeros en Xalapa para Xalapa rural.

Vicente Benítez, Oficial Mayor de la secretaría de Educación, de manera abierta, y desde un ratito, por San Andrés Tuxtla, incluso, hasta con los alcaldes Manuel Rosendo Pelayo y Jorge González Azamar, tirados al piso.

Harry Grappa, secretario de Turismo, con su fundación mesiánica “Haciendo Grande… a Veracruz”, soñando de igual manera con la alcaldía jarocha 2018 que según la ley permitirá la reelección durante 20 años consecutivos, uno tras otro.

Marlon Ramírez, ex secretario de Organización del CDE del PRI y ex subsecretario General de Gobierno, en proselitismo abierto para curul por el distrito de Veracruz rural.

Gabriel Deantes Ramos, secretario de Trabajo y Previsión Social, por el distrito indígena de Zongolica.

El montielitista Víctor Rodríguez Gallegos, del Movimiento Territorial, por el distrito de Coatzacoalcos.

Judith Fabiola Vázquez Saut y/o su hermana Regina por Acayucan, luego de que ellas son las dueñas políticas de la región.

Pedro Montalvo Gómez, director de Espacios Educativos, metido de lleno en Cosamaloapan.

Entre otros.

Todos con el fierro duartista en la frente, como si de hecho y derecho ya estuvieran palomeados, inamovibles, antes, mucho antes de que el CEN del PRI nomine al candidato a gobernador, quien de acuerdo con la tradición roja decidiría en conjunto con el Jefe Máximo del Priismo en turno la lista de nominados.

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Ellos, entre otros más, estarían palomeados por Javier Duarte.

Pero al mismo tiempo, quedaría pendiente el visto bueno, primero, del candidato priista a la silla embrujada de palacio que como asegura el diputado local, Ricardo Ahued Bardahuil, estaría entre los senadores Pepe Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa.

Y segundo, del voto del CEN del PRI, Manlio Fabio Beltrones, y del delegado priista, el esotérico Manuel Cavazos Lerma.

En todo caso, se trataría de un madruguete para que cada uno de los duartistas en precampaña electoral partidista ganara en posicionamiento, se perfilara como el favorito en la población electoral, y encarrerados, el PRI queda acorralado para tomar la decisión a favor de cada uno.

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Desde luego se concita otra circunstancia:

Según el ritual priista, la candidatura a gobernador toca a Los Pinos como el gran tlatoani, en tanto los nominados a la curul local al mandatario en turno.

Pero, bueno, una ley hija de la costumbre, la tradición y la cultura política es que cuando la elección de legisladores se da en una transición, de igual manera el candidato sucesor tiene boleto.

Así, la mitad de candidatos a la curul sería, digamos, para el góber en turno y la otra mitad para el aspirante al trono imperial y faraónico.

La ley, no obstante, se hizo para violarse, y por eso, quizá, envalentonado el duartismo ha lanzado a sus favoritos.

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Cierto, Javier Duarte necesita en el Poder Legislativo diputados leales a morir para cuidarle la espalda, el nombre, el honor y la libertad, de igual modo como también a uno que otro secretario del gabinete legal y ampliado.

Y más luego de que los tres Yunes (Pepe, Héctor y Miguel Angel padre) han amenazado con la cárcel para los duartistas por ladrones y pillos y saqueadores de las finanzas públicas.

Y por eso, digamos, se ha mostrado avilón lanzando a sus favoritos a la curul.

Ya se verá si cuando Los Pinos nombren al candidato a gobernador si todos los candidatos de Duarte al Congreso sobreviven y si de plano, como todo indica, se aplique un ajuste y reajuste entre las partes.

Y más si se considera que Héctor Yunes regresó la caña de pescar y compró unos arpones para la cacería de tiburones y peces grandes, en tanto Pepe Yunes ha advertido al mundo priista que es libre, y por tanto, decide y decidirá de manera libre.

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En tal ajuste de fuerzas partidistas falta incluir en la cancha priista a los llamados sectores tradicionales. CNOP. Liga de Comunidades Agrarias. Movimiento Juvenil. CTM y CROC. Caciques regionales. Ex gobernadores. Grupos políticos de peso y con peso. Y como en el caso de la 63ª. Legislatura, hasta magnates periodísticos que también desean su parcela.

Además de las posiciones para los partidos aliados del tricolor, entre ellos, el PVEM, el Panal y el AVE, más una que otra organización política, como por ejemplo, Vía Veracruzana de Felipe Amadeo Flores Espinoza, a la que siempre han dejado en la recta final.

Y, por si fuera poco, la llamada Ley Peñista de “la ley de paridad” y/o de cuota de género que obliga a cada partido nominar mujeres en la mitad de los cargos de elección popular en la subasta.

Por eso mismo el duartismo se ha mostrado más avilón que nunca y lo que al mismo tiempo expresa la desesperación política y social a la que han llegado para amarrar el mayor número de curules y garantizar la impunidad con los levanta/dedos.

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En nombre del poder, y parafraseando a Fabrizio Mejía Madrid, en su libro “Un hombre de confianza, los últimos días de Fernando Gutiérrez Barrios”, ¿por qué ha de creer Javier Duarte que los demás lo obedezcan?

Una cosita es despachar como gobernador y otra, cien años luz de distancia, sentirse dueño del PRI y por añadidura de Veracruz, es decir, del destino de los habitantes de la tierra jarocha.